Se usa por ahí la anécdota de la rana que metieron a la olla en agua fría y poco a poco fueron calentando, para ejemplificar cómo los cambios graduales son difíciles de identificar hasta que es demasiado tarde; como la rana, que cuando el agua hierve ya no puede reaccionar. En Cuernavaca estamos en la posición de la rana.
Todo el tiempo, de manera gradual, vamos erosionando nuestro territorio y no nos damos cuenta. Nuestra capacidad de reacción está entumida. A través del tiempo reciente se nos han quemado cientos de hectáreas verdes en Huitzilac, Tepoztlán y ahora Cuernavaca. Entre esa perdida y la perdida por urbanización, contaminación e industrialización, Morelos deja de tener la ciudad de la eterna primavera. El cambio climático a nivel local lo sentimos y vivimos todos, pero como la rana en el agua no hacemos nada al respecto.
Esta semana se nos quemó el bosque entre Tetela del Monte y la Colonia del Bosque. Los servicios de emergencia como bomberos y protección civil se movilizaron desde temprano pero el problema fue los escasos recursos con los que contaron para evitar el fuego creciera. Según cuentan los vecinos, tuvieron que donarles a los bomberos el agua de sus cisternas, pues las autoridades no tenían agua para combatir el incendio. Más adelante, los mismos vecinos y familiares de los combatientes del fuego les proveyeron también agua y comida para que descansaran de la enorme tarea. Las manos disponibles no eran suficientes. ¿Esos son los servicios que necesitamos?
¿Están preparadas las autoridades para asumir estos retos? Si no hay recursos naturales, económicos, materiales o humanos para atender estos problemas ¿Para qué está el Ayuntamiento? Gracias a Dios la tragedia de la Colonia del Bosque no es más grande.
El Ayuntamiento de Cuernavaca está pensado a principios del siglo pasado para gobernar sobre un territorio que contenía menos de quince mil habitantes. Hoy tenemos más de trecientos cincuenta mil habitantes, cuya calidad de vida depende entre otras variables, del medio ambiente.
Que el Ayuntamiento busque cumplir con sus metas usando las herramientas actualmente disponibles es como querer ganar una carrera de Formula 1 con un coche Modelo T de Ford. Ti
Hace unas semanas leía un artículo del ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, José Ramón Cossío Díaz en Nexos, que hablaba de la personificación del medio ambiente como estrategia para empezar a resolver los problemas ambientales modernos. Reduciendo agresivamente la complejidad de pensamiento del ministro, analizaba la posibilidad de que a través de una ficción legal se le otorgara personalidad jurídica al Medio Ambiente, así como lo hacemos con las personas morales, para que se pudiera defender en juicio y reclamar derechos con más eficiencia de lo que lo hacemos hoy. Puede ser o no una buena idea, pero al menos el ministro está pensando afuera de la caja.
Innovar es encontrar nuevas soluciones eficientes a los problemas actuales. No es un concepto que aplique solo para negocios. Pero si es un concepto que no se ha asimilado en la tarea de gobierno. Más allá de fomentar innovación en el sector privado como estrategia de desarrollo; la estrategia de desarrollo debe pasar por innovar el gobierno. De nada sirve votar por pilotos con grandes egos que quieran manejar nuestro Modelo T Municipal. Necesitamos pensar en Ingenieros que construyan un vehículo moderno… y de pasada mejores pilotos.