Dafne Jocelyn Aguilar Pérez
Alumna de la Licenciatura en Negocios Internacionales de la ESCA Santo Tomás
Estados Unidos se ha declarado como una hegemonía durante más de 30 años en la cual ha impuesto sus intereses y convicciones ante los demás países trayendo consigo una explotación de recursos naturales de todo el mundo para el beneficio económico norteamericano, así mismo, para obtener el control y orden mundial de acuerdo a su conveniencia y con ello dar paso a las primeras apariciones de la globalización debido a la expansión de sus empresas; sin embargo, al mismo tiempo, existen otras naciones que son llamadas emergentes, tales como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que mantendrían un equilibrio económico y político en el ámbito internacional, ya que no siempre han estado de acuerdo con el nuevo orden mundial y la influencia estadounidense en las instituciones y los organismos internacionales.
Desde entonces ha habido una pelea silenciosa entre estos países por el poder, sin embargo, la guerra comercial entre China y Estados Unidos se intensificó desde el año 2018 con ciertas medidas declaradas por el país norteamericano, tal y como la imposición de aranceles a autos, acero y aluminio, así como a alrededor de 200 mercancías, esto como mecanismo de defensa a supuestas prácticas desleales provenientes de la República Popular de China y con el objetivo de restituir las disminuciones en la producción, el incremento de la deuda internacional y desempleo, desequilibrio en la bolsa de valores, entre otros; por lo que los asiáticos no estuvieron muy conformes con las restricciones y respondieron con medidas equivalentes, las cuales incluían imposiciones de aranceles y la prohibición de productos provenientes de Estados Unidos.
Así mismo, China ha registrado tasas de crecimiento del PIB, de exportaciones y de manufacturas superiores a las de Estados Unidos, sin mencionar que varios productos estadounidenses se fabrican en el país asiático, permitiendo que su PIB vaya en aumento, así como la alza en su balanza comercial hace que se mantenga positiva por la cantidad de exportaciones que realizan. Sin dudar, China ha tenido un crecimiento extraordinario en estos últimos años y lo vemos reflejado en el orden mundial, esto sin mencionar la llegada del COVID-19 y su postura ante el mundo y, por supuesto, ante Estados Unidos.
Pero, ¿cómo afectó el COVID-19 a la hegemonía estadounidense?
Históricamente hemos notado que la hegemonía puede cambiar tras un suceso de gran impacto mundial, tal y como ocurrió al finalizar la Segunda Guerra Mundial con la caída del eurocentrismo y la nueva imposición de ideales y mandato estadounidense, es por ello que el COVID-19 puede ser considerado como un suceso que pone fin a una etapa política-económica y da inicio a una posible nueva hegemonía y orden mundial, ya que China se mantuvo al margen en cuanto a medidas de control en el ámbito social, económico y de salud en su país, incluso, según los datos de la Oficina Nacional de Estadística China, su economía experimentó un crecimiento económico durante la pandemia, a comparación de las grandes afectaciones y repercusiones que tuvo el COVID-19 en el mundo, incluyendo a Estados Unidos.
Esto pone a pensar al mundo entero si será más conveniente, a partir de ahora, hacer negocios con China debido a su potencial y rápido crecimiento o mantener las relaciones con Estados Unidos y evitar tensiones. A pesar de las grandes cantidades de mercancía que importa China al mundo, esta no cuenta con relaciones diplomáticas en la mayoría de países. México es un claro ejemplo de este caso ya que a pesar de que sea nuestro segundo socio comercial más importante no contamos con algún marco jurídico que integre una relación comercial, de inversión y eliminación de barreras arancelarias o preferenciales.
A pesar de no contar con muchos Tratados de Libre Comercio en el mundo, China ha sabido cómo implementar sus estrategias, formando alianzas con grandes potencias tales como India, Rusia y Corea del Norte, así como adoptar países con los cuales Estados Unidos no ha tenido interés, pues ya no solo busca aplicar medidas comerciales a su competencia, sino crecer y desarrollarse desde el interior con la creación de nuevas tecnologías y avances científicos para lograr ser autosuficiente y quitarle el “trono” a Estados Unidos.
Sin embargo, no olvidemos que para que sea considerada una hegemonía se deben liderar no solo los campos económicos, políticos, científicos, tecnológicos, y territoriales, también está incluido el campo cultural, el cual hasta la fecha ha sido liderado por Estados Unidos y lo podemos ejemplificar en que las películas estadounidenses ocupan el puesto número uno a nivel global; las tendencias son impuestas por la sociedad norteamericana y seguida por muchos otros países. Son detalles que difícilmente podrán ser remplazadas por algún otro país.
Si bien, Estados Unidos aún no ha perdido por completo su hegemonía, poco a poco China se ha fortalecido debido a su acelerado desarrollo en su economía, lo cual ha representado un desafío internacional, principalmente para el país norteamericano ya que, por supuesto, está despojando a Estados Unidos sobre su control mundial. Muchos países han tomado la decisión de negociar con China e incluso han optado por cambiar los dólares a yuanes para las transacciones internacionales, sin duda alguna esto nos indica una cosa, Estados Unidos se ha debilitado en cuanto a su poder en el orden político-económico mundial y probablemente no sea el único que vuelva a tener el control.
Se prevé que para el año 2030 Estados Unidos no sea el único país que dirija al mundo, pues acompañado de China tendrán que compartir la hegemonía, sin embargo, el país asiático no logrará cubrir todas las características necesarias para considerarse una hegemonía, por lo que muy seguramente el mundo podría adoptar un orden multipolar.