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La primera Escuela Normal Regional de Cuernavaca – El Sol de Cuernavaca

A finales de los años 20 la educación en Morelos necesitaba un cambio debido a que los profesores no contaban, en muchas casos, con los conocimientos adecuados para preparar a los futuros profesionales de esos tiempos.

A través del trabajo de investigación Escuelas Normales de Cuernavaca y Oaxtepec 1889-1933, de la maestra e investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), Lucía Martínez, conocemos la historia de la Escuela Normal Regional de Cuernavaca, pieza fundamental en la enseñanza y profesionalización de los docentes que tuvo Cuernavaca hace años.

Martínez refiere que en 1926 se fundó la primera Escuela Normal en la capital morelense. Acota que la ley general de 1886 precisaba que para ser profesor o docente en una escuela los requisitos debían ser: tener 21 años cumplidos, moral reconocida, título de profesor o en su caso tener conocimiento sobre la materia de enseñanza; sin embargo, de los 28 profesores que había antaño en Cuernavaca sólo dos contaban con título profesional.

Ante este panorama, la Federación invitó a los gobernadores para pensionar a un número de alumnos interesados en integrarse a la matrícula de la Escuela Normal de Maestros en la Ciudad de México, aunque solo hubo un estudiante participó.

Y así, fue hasta 1911 cuando las autoridades estatales realizaron una inversión de dos mil 160 pesos para mejorar la calidad de la educación, ya que el hecho de no contar con profesores capacitados, titulados y con una formación pedagógica fue lo que inspiró la creación de la primera Escuela Normal Regional de Cuernavaca.

Un inicio complicado

La escuela se ubicó en primer lugar en una casa en Avenida Morelos, en el centro de Cuernavaca; posteriormente se trasladó al Hotel Astoria, el cual se encontraba frente al Cine Morelos. Más adelante la institución decidió moverse al claustro de la Catedral de la capital morelense.

Martínez menciona que la primera generación de la Normal de Cuernavaca inició con un director, un profesor y 10 alumnos; no obstante, la escuela aún presentaba fallas en sus métodos de enseñanza, ya que la carga docente no daba los resultados esperados, pues los docentes que se agregaron impartían materias sin tener los conocimientos adecuados.

Pero tanta fue la demanda que un año después la planta docente aumentó, integrando como director a Isidro Castillo, once profesores, cinco ayudantes que servían al internado y además ya contaba con 78 alumnos, en su mayoría mujeres.

En esta segunda generación y mejorando notoriamente las formas de funcionamiento de la Escuela, el director Castillo decidió establecer dos estrategias y con ello optimizar las actividades.

Asimismo, mejoró los servicios que se prestaban en el internado, es decir, los dormitorios, salones y comedor, lo cual trajo como resultado que los alumnos y alumnas tuvieran una mejor calidad de vida, y si a eso se sumaban más profesores, la carga docente disminuyó, puesto que ya era tomada en cuenta la especialización y preparación de estos.

Entre las materias impartidas estaban aritmética y geometría, lengua nacional y geografía, técnica de la enseñanza, industrias, dibujo industrial, pintura y cerámica; industrias: sericultura, cocina, apicultura, avicultura; horticultura: cría de animales domésticos, taller de telares, de panadería, siembra de hortalizas y cultivo.

Mientras que para segundo año se encontraban matemáticas generales, labores femeninas, solfeo o lectura correcta de las partituras, astronomía; industrias: sericultura, cocina, apicultura, avicultura; agricultura, dibujo, pintura, taller de carpintería, de panadería, de telares, siembra de hortalizas y cultivo; gimnasia, música y deportes.

El informe rendido por el profesor Castillo y el cual se encuentra en los archivos históricos de la Secretaría de Educación Pública, señala que los lugares donde los maestros de la Normal realizaron sus prácticas fueron las escuelas nocturnas, así como en tres vespertinas ubicadas en Cantarranas, Chipitlán y San Antón.

Menciona también que la carrera duraba dos años, los estudiantes debían realizar prácticas en campo; se les obligaba a sembrar betabel, rábano, cebolla, chile y calabaza en los terrenos de Acapatzingo, donde se anexó una parte de la escuela.

Martínez cita al profesor Isidro Castillo señalando que los alumnos presentaban pereza, desorden, falta de respeto hacia los maestros, poca higiene y desinterés por el estudio.

“Esto explica por qué el director se instaló en un cuarto de la escuela y desde el primer día de comedor estuvo presente, conviviendo muy cerca de los alumnos, en sus ocios, en sus faenas y en sus conversaciones. Cada semana el director comía con un grupo diferente de alumnos. Después de la cena les exponía sus planes, se leía un capítulo de un libro y se escuchaba música”, de acuerdo a lo dicho por Martínez en su investigación.

En 1928 la Escuela Normal fue trasladada al exconvento de Oaxtepec, el motivo fue que no había dado los resultados prácticos debido a su carácter urbano; sin embargo, cuando el cambio se llevó a cabo no contó con el apoyo de las autoridades ni de la comunidad.

En otras palabras, no tenían biblioteca, médico y disminuyeron los requisitos mínimos para entrar, pues de 21 años pasaron a los 16, y de cursar seis años de primaria lo disminuyeron a cuatro.

Actualmente el edificio donde se instaló la Escuela Normal Regional de Cuernavaca en Avenida Morelos es un museo que pertenece a la UAEM, reinaugurado en 2018 luego del sismo de 2017 que lo dejó severamente afectado.

El museo cuenta con una sección dedicada a Morelos en la que se exhiben alrededor de 40 obras de artesanos provenientes de diversos municipios.

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