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La violencia les arrebató la paz a las madres – El Sol de Cuernavaca

La violencia tiene enormes consecuencias sociales y en la salud; provoca muertes, lesiones y discapacidad. Actualmente, en Morelos la violencia ha escalado de forma alarmante.

Vivir en el estado en estos tiempos es complicado sobre todo cuando se es mujer y se tiene hijos.

Diariamente, cientos de madres sostienen las fotos de sus hijos desaparecidos; lloran su muerte y claman justicia.

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De acuerdo con el semáforo delictivo, en el estado de Morelos se han registrado de enero a marzo 280 homicidios, 131 violaciones, mil 475 casos de violencia intrafamiliar y ocho feminicidios, y en todos ellos están involucrados niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, hijos, cuya madre sufre por ellos.

Es triste tener que decir que la gente ya se está acostumbrando a la violencia, que ya forma parte de nuestra vida porque no debe ser así, no debemos de verlo como algo normal, no debemos jugar con eso”, afirma la psicóloga Brenda Hernández.

Asegura que se vive un momento de crisis, de violencia, de desesperación, “y como madre a veces se tiene que hacer el doble de esfuerzo para evitar que los hijos no crezcan en esta realidad“.

Se dice que la violencia ha crecido en los últimos años, pero yo creo que viene desde hace más de dos décadas al menos, en donde los medios de comunicación han sido factor principal al transmitir, publicar o hablar de estos hechos violentos sin ningún pudor”, señaló.

Tan sólo basta ver como hay periódicos que normalizaron la violencia publicando fotos de muertos de manera explícita, al que tienen acceso los niños.

“No estamos en tiempos de confiar”, lamenta Mónica

Mónica Maldonado, madre de dos mujeres, una de 25 y una de 18 años, dijo que a diario despierta pidiendo a Dios que sus hijas no sean víctimas de un delito; “son mujeres, jóvenes, que están en la edad de quererse divertir, de querer salir con sus amigas y amigos, pero no estamos en el tiempo de confiar. Es difícil ser madre en estos tiempos, claro; ya no podemos confiar en nadie, ni el chofer de la combi que toman para irse a la escuela ni en el amigo que dice que las va a acompañar a casa en la noche, incluso ni en las mismas amigas se puede confiar”.

Mónica recordó que en su juventud podías andar en la calle caminando en la noche sin temor a que le fuera a pasar algo; “no es porque seamos madres protectoras, sino que ahorita lo mejor es saber a dónde van, con quién están y qué hacen en todo momento, por eso el compartir la ubicación en tiempo real es algo que se hace a diario. Es difícil, y te lo digo con un nudo en la garganta, pero a veces he tenido que tomarles fotos de cómo van vestidas si es que nos vemos obligados a tener que buscarlas si no regresan a casa”.

El miedo a desaparecer está presente: Soledad Bahena

Por su parte, Soledad Bahena Estrada, de 42 años, tiene dos hijos, uno de 22 años y una mujer de 16. Contó que a la menor la va a dejar y a traer diario a la escuela; “me dice que al ir ya en preparatoria la deje llegar sola a casa, pero no estamos en los tiempos para hacer eso, mejor asegurarnos. Incluso ella misma me lo pide, hasta ellas tienen miedo de desaparecer; he escuchado tantos casos de niñas que salen de su casa que ya no regresan, por eso prefiero no dejarla sola, aunque me digan exagerada”.

Dijo que su hijo de 22 años estudia fuera, en una ciudad no tan violenta como Cuautla, pero aún así la preocupación es a diario, “pues a los hombres también los están matando”.

Soledad dijo que como madre ha sido difícil criar a sus dos hijos en estos tiempos, cuando los valores son parte fundamental para acabar con la violencia, “si nosotros como padres desde que son niños no les enseñamos valores, estamos mal”.

Brenda Hernández reconoció que la violencia mantiene a las mujeres, sobre todo aquellas que son madres, en un estado de alerta, que en muchos de los casos puede llegar a ser traumático, de ello la necesidad de saber que se puede hacer para evitar que esto a la larga llegue afectar de manera grave la salud mental y física.

De acuerdo con la OMS es importante recordar que “los niños, niñas y adolescentes aprenden conductas emocionales de los adultos significativas en sus vidas, por lo que la forma en que los adultos responden a una crisis tiene impacto en ellos”.

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