Queridos lectores, ¿recuerdan la descripción que hice en pasados números en esta columna acerca de la historia del Manifiesto al Pueblo Mexicano firmado por el general Emiliano Zapata Salazar el 25 de abril de 1918? Ahí describí el incierto destino que tuvo el documento, ya que ordenado comprar por el entonces gobernador Jorge Carrillo Olea al entonces Embajador de México en Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Santiago Oñate Laborde, desde su llegada a Cuernavaca fue guardado en el Instituto de Documentación y Archivo Histórico de Morelos, y ante el desdén de las cinco administraciones que le precedieron, ahí se quedó durante 25 años, con riesgo de perderse, sin ser mostrado a los morelenses.
Carrillo Olea, que al ponerlo en sus manos al entonces director don Valentín López González, le expresó su deseo de que algún día pudiera ser exhibido permanentemente en un museo morelense, menos de tres meses después termina su gestión en Morelos. Y el Manifiesto, que estuvo perdido desde su firma durante 80 años, y, por supuesto, la identidad de quienes lo ocultaron tanto tiempo y que de pronto lo enviaron a Londres para ser sacado a la venta por la casa de subastas Sotheby´s se desconoce. Cuándo se entenderá que hay documentos históricos que por su importancia pertenecen a la Nación, no a manos privadas y menos para su venta.
Afortunadamente, con esa acción de compra, regresó el Manifiesto al estado donde nació Zapata, donde creció, donde fue electo y preparado como Calpulequeh (en Náhuatl: dirigente) por los tatas (consejo de ancianos respetados) de Anenecuilco, su pueblo, donde preparó su Plan de Ayala, su proyecto de Nación, promulgado el 28 de noviembre al levantase en armas por segunda ocasión ese año; en marzo lo hizo contra Porfirio Díaz por su apoyo a los hacendados morelenses y ocho meses después contra Madero porque seguía sin entender el anhelo de sembrar la tierra con las propias manos que tenía el campesinado. En Morelos, donde combatió sus principales batallas, donde murió a traición por el carrancismo y está enterrado en Cuautla debajo de la mejor estatua erigida a su memoria, no en el Monumento de la Revolución como el resto de revolucionarios; cuando se lo intentaron llevar, en un acto digno, sus hijos, con Nicolás y Mateo al frente, se negaron a trasladarlo por parte del gobierno federal que mandó matar a un Caudillo que a 104 años de su muerte, su nombre sigue limpio.
Incluso casi al inicio de la Revolución, cuando Madero le ofrece a Zapata una hacienda en el estado de Morelos “como pago a sus servicios a la Revolución”, lo que enfureció a Zapata, que le contestó, golpeando con la mano su escritorio: “No, señor Madero. Yo no me levanté en armas para conquistar tierras y haciendas, sino para devolverlas a sus legítimos propietarios, los campesinos de Morelos”. Como tampoco había aceptado, en la primera gira de Madero que fue a Morelos el 12 de junio de 1911, la propuesta que le hizo entonces el candidato a la presidencia al gran insurrecto del Sur de desarmar a su tropa a cambio de la promesa de resolver después las demandas agrarias.
Pues bien, amigos, luego de 25 años de permanecer el Manifiesto guardado en el Archivo y aunque allí sigue el original, como debe de ser, si no se desharía, al fin logramos fotografiarlo con tecnología de punta del estudio de Jorge Cázares Jr., y de que hubo, corrijo, de que hay un presidente municipal José Luis Urióstegui Salgado, que ofreció de inmediato exponer al público e inventariar la copia facsimilar y ampliada a más de un metro y medio de altura en el Museo de la Ciudad de Cuernavaca al fin, el pasado 25 de abril, a un cuarto de siglo de su llegada de Londres a esta ciudad y en el marco de un evento de conmemoración con la presencia de Jorge Carrillo Olea, quien recibió el aplauso de los asistentes, y de gran parte de la sociedad morelense, se develó el Manifiesto que ya puede ser visitado por propios y extraños.
En representación de la familia Zapata Salazar, Nadia Salazar, sobrina nieta del general Emiliano Zapata Salazar al hablar al público agradeció a la vida, a la madre tierra, al ex gobernador Carrillo Olea, al alcalde Urióstegui Salgado y a todos los que hicieron posible exponer por primera vez en Morelos este importante Manifiesto firmado por su ancestro. A la par, compartió a los presentes que al interior de su familia, guardan una frase de su tío abuelo quien dijo en vida: “Si valgo algo es por la confianza que en mí han depositado los hombres”.
Y hasta el próximo lunes.