Sea efecto de la pandemia, de la crisis económica, de un sistema educativo con insuficiente cobertura y decreciente calidad, raras convicciones o dinámicas familiares, porque se trata de un fenómeno multifactorial, casi millón de morelenses mayores de 15 años no concluyeron la secundaria, de esa población, muchos no tienen la primaria y casi 70 mil no saben leer ni escribir. Se trata de un enorme segmento de morelenses que, derivado del rezago educativo viven marginados de la salud, alimentación y protección de sus derechos humanos. Pero no sólo eso, el efecto social de ese rezago educativo es devastador en las relaciones, los niveles de exigencia al gobierno, la forma de establecer relaciones sociales, y por supuesto, la paz que Morelos requiere.
Al no contar con la primaria terminada, más de 119 mil morelenses probablemente son incapaces de leer e interpretar textos, de expresar adecuadamente pensamientos, ideas y emociones, de mejorar sus destrezas comunicativas; y los más de 450 mil morelenses que padecen rezago educativo muy probablemente fallen en competencias lingüísticas, plurilingües, pensamiento matemático, científico, tecnológico y digital, habilidades para adquirir el aprendizaje por cuenta propia, inteligencia emocional y competencia ciudadana, habilidades emprendedoras, control de uno mismo, entre otras deficiencias que deberíamos esperar de quienes se incorporan a la ciudadanía.
El cruce entre la cifra en rezago educativo y el padrón electoral da como resultado que del millón 496 mil electores, alrededor de 300 mil padecerían de rezago educativo, lo que influye definitivamente en los resultados electorales, ya sea con su voto o con la más probable ausencia del mismo. El dato es mucho más preocupante si consideramos que la mayor parte de las competencias ciudadanas no se acaban de formar en un sistema educativo que padece hace mucho tiempo de fallas en el desarrollo de habilidades lectoras, lógicas, matemáticas y cívicas en prácticamente todos los niveles educativos.
Las fallas del servicio educativo que incluyen una cada vez más preocupante reducción en la cobertura, tienen consecuencias graves para toda la población, entre ellos, problemas de salud pública (asociados con la escasez y encarecimiento de la atención médica), de seguridad pública, la ampliación de la pobreza, la baja productividad e innovación, la desatención de los derechos humanos, el deterioro consecuente de los servicios públicos, la baja exigencia a los gobiernos, los problemas de convivencia ciudadana por falta de empatía, y otra larga lista que convierte al rezago educativo de algunos un problema de todos.
Mucho más preocupa que, como en muchas otras de sus tareas, el gobierno estatal parece no darse abasto para superar el rezago educativo. Entre la falta de presupuesto y la ausencia evidente de un plan educativo para el estado de Morelos, el gobierno estatal se ha mostrado reactivo también respecto de la educación y lo que en el sector ocurre todos los días. Tampoco ayuda mucho que el gobierno federal no haya trazado un rumbo para la educación en el estado y procure más la ideologización que el funcionamiento adecuado del sector, y mucho menos que los funcionarios del sector hayan mostrado una preocupante ineptitud respecto a todos los aspectos de la educación, incluso la escolarizada. Además, la serie de abusos cometidos por la autoridad educativa con los derechos laborales del magisterio, algunos desde la administración pasada, pero la mayoría en los últimos cuatro años, han minado el compromiso de muchos trabajadores de la educación para ir más allá en su tarea.
La misión de atender a los morelenses en rezago educativo corresponde al Instituto Estatal para la Educación de los Adultos, limitado en su ejercicio básicamente por las cuestiones presupuestales. El presupuesto del INEEA es reducido porque se supone que su tarea sería menor, considerando el éxito en cobertura de educación básica que había en Morelos todavía hace un lustro. La idea de que el instituto deba contratar 600 asesores “voluntarios” que recibirán apenas un “subsidio” del gobierno federal, evidencia el tamaño de la crisis de la educación en Morelos y difícilmente solucionará el problema. Es tiempo de que la sociedad se involucre más en enfrentar el rezago educativo que tanto daño le está haciendo.
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