Saúl Gopar Ensáztiga
Si alguien nos preguntara que tal va la relación de México, Estados Unidos y Canadá en estos momentos, tomando en cuenta el contexto tras la décima Cumbres de Líderes de América del Norte, las tensiones en el sector agrario por las prohibiciones del maíz transgénico, las demandas de imponer aranceles a importaciones de acero, o la situación de la política energética, seguramente nos diría que Norteamérica no tiene futuro como una región unificada que enfrente los retos presentes y futuros bajo un mismo estandarte, que la situación no había estado tan tensa desde la elección de Donald Trump, y que es mejor esperar a que las piezas se acomoden por sí solas.
Sin embargo, este texto pretende incentivar a las y los tomadores de decisiones, a la sociedad civil, al sector privado, pero más que todo a las ciudades en estos tres países para tomar acción desde nuestras posibilidades y hacer que Norteamérica se consolide como una región próspera y modelo ante el resto del mundo, pues este es el momento correcto para dar pie a esta iniciativa, que puede hacer eco en las siguientes décadas.
La idea de una integración regional sólida entre México, Canadá y Estados Unidos no es nueva; el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el posterior Tratado T-MEC es prueba de que se ha sabido utilizar las ventajas geográficas para consolidar el intercambio comercial entre estos tres países, sobre todo entre México y Estados Unidos. Incluso, en los años noventa se consideró la idea de integrar a estos tres países bajo una sola moneda, lo que sellaría aún más la consolidación de Norteamérica como región. Esta moneda jamás llegó a ver la luz del día, pero tras la consolidación del dólar americano como tipo de cambio casi mundial, no podemos imaginar las condiciones económicas tan diferentes que hubiera implicado la existencia de esta moneda para México y Canadá.
Ahora nos encontramos en un punto clave de la historia, donde el contexto internacional ha jugado mucho a favor de revisar más a profundidad qué tiene nuestra región para ofrecer al resto de los países, e incluso a otras regiones, como lo es Europa o Asia.
También, fenómenos como el nearshoring, que consiste en relocalizar la fabricación de insumos clave cerca del lugar donde estén situadas las oficinas centrales, se suma a este contexto ventajoso donde México obtiene mayor relevancia por su posición geográfica, y ha sido notado por empresas relevantes, como Tesla.
Como fue mencionado en un inicio, las ciudades en México, Canadá y Estados Unidos tienen un papel relevante en esta integración. Cabe preguntarse ¿Por qué las ciudades? Dentro de la división administrativa de los tres países, las ciudades (municipios, counties, cities, o denominaciones similares) son el contacto más directo entre los habitantes y los gobiernos estatales o provinciales, y los gobiernos federales, teniendo mayor claridad de las necesidades de los mismos ciudadanos y mayor oportunidad de resolver situaciones conflictivas rápidamente.
Las ciudades tienen un papel importante en la vida política y social, tanto a nivel local como a nivel internacional, y trabajando bajo esquemas de cooperación e integración han podido cambiar diferentes situaciones en la vida cotidiana. De forma breve, podemos recordar la conformación de la red de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) en el siglo pasado, bajo el objetivo de llevar una agenda más proactiva en materia de combate al cambio climático y que en la actualidad es referente mundial de la organización a nivel local.
Entonces, una manera en que las ciudades Norteamérica podrían influir en una consolidación más profunda de la región y que lleven a nivel regional las necesidades y demandas de diferentes localidades en los tres países, con el fin de atenderlas con mayor precisión, es a través de una red de ciudades.
No obstante, la conformación de una red de ciudades entre los tres países tampoco es una idea nueva, aunque no se ha profundizado en su actividad y en el papel relevante que pueden tomar conforme a la integración regional. En 2019 se formalizó la creación de la Cumbre de Alcaldes de América del Norte, en donde no sólo se contó con la presencia de alcaldes de los tres países, sino que se tuvo el apoyo de los gobiernos federales, y del sector privado.
Como resultado de esta Cumbre, se creó la asociación civil Conferencia de Autoridades Locales de América del Norte A.C. (CALAN), que funge como una red de ciudades, quién estaría a cargo de trabajar en una agenda de beneficio para sus miembros a nivel interno e internacional. Sin embargo, tras formalizar Memorandums de Entendimiento con entidades como Mercociudades o Western State and Tribal Nations en 2021, este organismo dejó de tener actividad pública.
Queda claro que las ideas y voluntades de integrar a Norteamérica en una sola región no están lejos de la realidad. También, que estamos en un momento clave para impulsar esta integración a fin de obtener beneficios para todas las partes involucradas. Lo que resta, y que es parte fundamental en todas las iniciativas de carácter político, es poner voluntad y manos a la obra para establecer la pauta que nos llevará a tener éxito.
Esta es la señal que se necesitaba para que los actores que conformaron en una primera instancia la red CALAN y que aún tengan la voluntad de continuar con los esfuerzos de integración presionen para continuar con su excelente iniciativa. También, para que los actores dentro de la sociedad civil y del sector privado presente en los tres países, quienes pueden trabajar como facilitadores de eventos, foros, e inversiones que muestren los beneficios de esta integración, tomen cartas en el asunto y realicen la gestión necesaria para generar los acuerdos trilaterales pertinentes. El futuro de las relaciones de Norteamérica se definirá por el trabajo que todos realicemos en conjunto, no por separado.
Saúl Gopar Ensáztiga es Licenciado en Relaciones Internacionales por la UNAM. Ha realizado diferentes ensayos, artículos, y publicaciones académicas con relación a la cooperación internacional descentralizada y la actualidad internacional. Actualmente trabaja como analista político para una empresa transnacional del sector energético y es asociado en el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI).