David Hernández López
Se cumplen ya seis meses de la invasión de Rusia a Ucrania; tiempo que, hasta ahora, ha provocado que más de seis millones de ucranianos hayan salido del país y que, por lo menos, otros ocho millones se encuentren desplazados internamente. Además, lamentablemente, se conoce que son miles de personas de ciudadanía rusa y ucraniana, principalmente, las que han fallecido durante los combates; aunque las cifras varían de acuerdo con cada gobierno.
Desde el inicio de la irrupción, se pensó que la operación militar sería corta y rápida, que los objetivos rusos se alcanzarían en tan solo unas semanas y que, para estas fechas, el escenario sería abismalmente distinto. En cambio, la guerra continua latente y con regularidad surgen nuevos escenarios de preocupación, incluso internacional; por ejemplo, recientemente los peligros nucleares relacionados con la planta de Zaporiyia.
Ya sea por la resistencia del ejército y población ucraniana, o por el apoyo militar y logístico proporcionado desde Europa y Estados Unidos, para Rusia la guerra no ha sido fácil, como se pronosticó tempranamente. En su lugar, el gobierno ruso enfrenta difíciles sanciones económicas y la decisión de Finlandia y Suecia de integrarse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), entre un generalizado rechazo internacional.
Aunque, todavía, no hay un claro ganador, es posible decir que, fuera de los dos países involucrados en el conflicto, la política exterior de Türkiye ha logrado aventajar en el marco de la guerra. Este país, que recientemente cambió su nombre oficial y abandonó el Turquía, ha jugado un papel protagónico histórico en la política regional de Medio Oriente y Asia Central, e incluso internacional.
Luego de un periodo de una disminuida actividad global, debido a desafíos de política interna, ahora mismo es muy común encontrar en los medios de comunicación en todo el mundo coberturas en las que Türkiye funge como mediador y disuasor de las hostilidades ruso-ucranianas. Si se pudiera afirmar que hay “un ganador” en esta guerra, fácilmente podría ser Türkiye.
Actividad internacional disminuida
Durante varios años fue notoria la intensa actividad internacional de Türkiye, especialmente en los primeros años de la administración del presidente Recep Tayyip Erdoğan. Incluso cabe recordar la visita de Estado del mandatario turco a México en febrero de 2015; enmarcada en un periodo clave de la construcción del actual poderío del presidente Erdoğan.
Durante los siguientes años, Türkiye mantuvo una política exterior muy dinámica en diversos escenarios de conflicto, por ejemplo, en Libia, Siria, Irak, Palestina, Chipre, Azerbaiyán y Somalia, a través de apoyo, entrenamiento y cooperación militar o lucha armada directa.
Sin embargo, en años recientes los desafíos internos disminuyeron la capacidad del presidente Erdoğan para mantener tantos escenarios de conflicto abierto al exterior. En buena medida, las dificultades para el mandatario turco iniciaron con la toma de la plaza Taksim en Estambul, que representó el primer gran movimiento popular en contra de la política del momento. Aunque después, lo que realmente cimbró la vida pública del país fue el intento de golpe de Estado en julio de 2016. Ese hecho disminuyó la capacidad internacional de Türkiye para, entonces, dedicarse a atender los asuntos internos del país.
Además, la crisis económica, luego de varios años de bonanza y crecimiento generalizado, también contribuyó a la redirección y replanteamiento de los objetivos gubernamentales. En otras palabras, los problemas internos disminuyeron la activa política exterior turca.
¿Qué obtiene Türkiye en Ucrania?
Türkiye y Rusia mantienen una interesante relación bilateral. Por un lado, el gobierno turco compró el sistema de misiles S-400 además de que ambos colaboran en la construcción del gasoducto de gas natural TurkStream y en la primera planta de energía nuclear en territorio turco. Sin embargo, en Libia y Siria sus intereses son distintos e incluso incompatibles.
Sus agendas han chocado en la región, pero aun así mantienen relaciones relativamente estables y Türkiye se ha opuesto a las sanciones económicas contra Rusia en el marco de la guerra, en virtud de sus propios intereses económicos. Por otra parte, Türkiye es el mayor inversor extranjero en Ucrania. Incluso, ambos países mantienen vigente un acuerdo de libre comercio y el gobierno ucraniano es un comprador constante de drones turcos.
La relación de Türkiye con ambos gobiernos resulta ser profundamente relevante para su actuación como mediador en el conflicto y, a su vez, al aumentar su prestigio e influencia a nivel internacional con posibles beneficios para la intención de reelección del presidente Erdoğan.
Con su papel como mediador, Türkiye logró firmar el pasado 22 de julio un acuerdo entre Rusia y Ucrania para permitir la salida de cinco millones de toneladas de cereales al mes desde territorio ucraniano. Las preocupaciones internacionales sobre una posible crisis alimentaria, profundizada por la guerra en ese país, han marcado el debate en diversos foros sobre los desafíos globales venideros a corto y mediano plazo.
Con el auspicio del gobierno turco al acuerdo, no sólo se atienden sus necesidades en materia alimenticia debido a que el comercio de trigo turco con ambos países representa alrededor del 80 por ciento de sus importaciones. También gana prestigio internacional al asegurar el acceso a alimentos al mundo, a pesar de la guerra en territorio ucraniano.
Además, a la par del conflicto, Türkiye ha logrado obtener ganancias en beneficio de sus intereses. Por ejemplo, con el ingreso de Suecia y Finlandia a la OTAN se atienden las preocupaciones de seguridad de Türkiye sobre el tema kurdo. Ambos países, con un activismo kurdo muy importante en su territorio, se han comprometido a colaborar con el gobierno turco en ese tema. Desde hace un buen tiempo, Türkiye ha solicitado a los gobiernos sueco y finlandés la extradición de líderes de esa comunidad para ser juzgados en territorio turco.
Aunque en ciertos momentos sí se han concretado algunas extradiciones, estos países se han negado colaborar en casos donde los sujetos podrían ser perseguidos políticos y no terroristas como lo califica el gobierno turco. Sin embargo, no hay duda de que, con el ingreso de estos países a la OTAN a cambio del compromiso de Türkiye de no vetar la membresía, la presión sobre abordar los asuntos kurdos vinculados a las preocupaciones y necesidades de la seguridad turca será mayor.
El objetivo de Turquía no es posicionarse a favor de uno u otro grupo, a pesar de su membresía en la OTAN y sus aspiraciones – casi extintas – de pertenecer a la Unión Europea. Más bien intenta fungir como un país plural y diverso que mantenga relaciones estables con los actores más fuertes en el sistema internacional, desde China, pasando por Rusia y la Unión Europea, hasta Estados Unidos. De este modo, se beneficiaría de las ventajas de “ambos bloques” y acrecentaría su influencia internacional en favor de su interés nacional.
Finalmente, es necesario recordar las elecciones presidenciales del próximo año, donde el presidente Erdoğan es elegible para otro mandato, por lo que, el relanzamiento de la actividad internacional turca podría formar parte de su plan de reelección. Ganar apoyos al exterior sería una manera de calificar aprobatoriamente su administración y así legitimar su actuación al interior.
@DavidHdzLpz