El presidente Volodímir Zelenski ha iniciado una gira por Europa para llamar a las naciones de aquel continente –nuevamente– a ayudarle con la guerra y la invasión de Rusia en su nación, sin embargo, el hecho de que los caminos se abran diplomáticamente no significa que la guerra realmente vaya a terminar, pues ejemplos hay muchos sobre el supuesto apoyo que las naciones del mundo dan a Ucrania. Le ayudan diplomática y económicamente, pero la invasión no termina y Rusia no parece ceder.
Hay que recordar que, en estos días, el mandatario ucraniano ha visitado El Vaticano, Italia, Francia, Alemania y el Reino Unido, todos, excepto el primero, Estados clave para facilitar recursos que coadyuven al fin de la guerra con una posible contraofensiva ucraniana a Rusia, situación que parece muy, pero muy difícil.
Y es que Alemania ha prometido apoyar a Ucrania con la mayor cantidad de armas que alguien les hubiera dado desde que inició la guerra, además de que les ha prometido una ayuda que ronda los 2,700 millones de Euros. En el mismo sentido, Francia se ha sumado a la iniciativa y ha prometido entrenamiento militar y capacitación de vehículos blindados y tanques ligeros que ayudarían a Ucrania a defenderse de la invasión rusa, sin embargo, la ayuda pareciera ser solamente un ápice diplomático que no funciona realmente pues ésta sigue ocurriendo sin que nadie haga algo realmente importante.
A lo mejor Ucrania, y Zelenski, no han entendido que el camino y la alternativa no es a través del apoyo militar europeo, sino de las gestiones que pudieran tener desde otras regiones del mundo, específicamente desde China, quien, a mi parecer, tendría la llave para solventar este problema que ya ha traído problemas económicos globales.
El problema radica en que el gobierno ucraniano parece no darse cuenta de que la idea de la teoría eurocentrista no es más la solución a las problemáticas globales, que Europa ha quedado relegada a un tercer plano tanto económica, como comercial y geopolíticamente; sin embargo, la idea de que Ucrania deba acercarse al continente europeo no es una decisión unilateral, sino que los intereses del mundo les han orientado a ello pues China y Estados Unidos no pertenecen a la región del conflicto y ven el problema desde la élite en la que se han convertido actualmente.
De hecho, Ucrania no tiene más que unirse a un campo de batalla donde no es que sea bien visto, sino que no tiene otra alternativa. Son los europeos los que han buscado ayudar a Ucrania, pero son también ellos los que también le han negado la ayuda a través de la OTAN; es más, a raíz del problema Ucrania ha seguido sin ayuda directa, pero Finlandia sí que se anexó como medida precautoria, es decir, la OTAN ha preferido que llegue un nuevo integrante como forma cautelosa a ayudar directamente a Ucrania a defenderse.
Y algunos podrán estar de acuerdo con la política de la Unión Europea y de la OTAN de mantenerse al margen del conflicto bélico, pero entonces surgen algunas dudas pues cuesta trabajo entender que nieguen una participación directa en la guerra, pero sí le den dinero y armas para pelear. Si hiciéramos una analogía, es darle atole con el dedo a los ucranianos pues les ayudamos a que se peleen, pero no les solucionamos el conflicto. A lo mejor es que Europa no puede solucionar el conflicto y no se quiere evidenciar.
Europa, lastimosamente, sigue siendo la misma Europa de siempre, la que no tiene una visión global y que sigue pensando que sus ayudas serán suficientes para fortalecer su diplomacia y política alrededor del mundo. Europa ayuda diplomáticamente pero no apoya de manera trascendental pues impulsa y capacita a que los ucranianos se defiendan, pero le sigue negando los aviones “cazas” al ejército ucraniano para que ataque directamente a Rusia.
Pero lo peor no es lo que piense Europa, sino lo que haga Ucrania al no poder reconocer que en las guerras no siempre se ganan todas las batallas y que una negociación con Ucrania, a través de China, podría ser otra opción de alguien que realmente le puede ayudar y no como Europa que solamente sale diplomáticamente a ayudar sin resultados relevantes. No es que Europa no sea trascendente, pero Ucrania deberá entender que ya no es el núcleo del devenir global y que la puerta se puede abrir con otras llaves. Veremos.
Fernando Abrego Camarillo es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Sígalo en @fabrecam