El comisionado de Seguridad Pública, José Ortiz Guarneros, había advertido que la inseguridad en el estado aumentaría en este año. Los hechos le dan la razón, aunque enoja esa especie de espíritu de derrota que transmite el responsable directo de la estrategia de seguridad en el estado; el Ejecutivo parece haber bajado los brazos.
Los asesinatos de tres jóvenes del Instituto Nacional de Salud Pública en Huitzilac, evidenciaron nuevamente la insuficiencia de acciones para prevenir el delito en Morelos, pero también la renuncia del comisionado a replantear la estrategia de seguridad, a revisar lo que se hace mal, y a cumplir con la misión que le fue encomendada desde octubre de 2018. Plantear que la estrategia de protección para los ciudadanos es conminarlos a no detenerse en lugares de riesgo, como la carretera federal México Cuernavaca, no consuela nada en tanto la recomendación es la misma que podría hacer cualquier persona. “No vayas por donde es peligroso”, suelen decir amigos, vecinos, familiares, y la gente les hace caso en la medida de lo posible, pero eso no constituye una estrategia de seguridad. No es la primera vez que el comisionado lanza una recomendación así, de su escritorio vino también la sugerencia a los alcaldes de cerrar los bares que resulten peligrosos, frente a los atentados sufridos por estos giros turísticos, particularmente en la región oriente.
Desde esa perspectiva, los maestros víctimas de extorsión por quienes se suspendió la vuelta a clases en una primaria de Casasano, bien podrían dejar de ser maestros; los niños en riesgo harían mejor en dejar de ir a la escuela; los que sufren asaltos al salir de sucursales bancarias tendrían que renunciar a ir al banco; y en esa lógica bien tendríamos que ir cerrando las cortinas de los negocios y encerrarnos en casa (si no está en un zona insegura).
Y probablemente para quienes no son nativos o residentes frecuentes de Morelos, la idea de ir abandonando los espacios comprometidos por la actividad del crimen organizado sea una solución muy práctica especialmente porque se ignora el significado que para las comunidades tiene cada uno de sus espacios públicos. Los espacios públicos representan lugares de sociales, y por ello se vuelven prácticamente irrenunciables. Las comunidades tejen su quehacer en los espacios públicos y en ellos construyen símbolos que se superponen hasta construir darle a los sitios un carácter casi sagrado.
Con su postura, Ortiz Gaurneros reconoce la existencia de zonas sin ley y con ello la falla de un Estado al que los ciudadanos han confiado la protección de sus vidas y de los espacios donde las viven. El comisionado ha fallado en su tarea que, él mismo aclara, no es solamente suya. Para Ortiz Guarneros no sólo hay que combatir a la delincuencia, sino también las causas que la originan, y con ese argumento extiende el fracaso a todo el poder Ejecutivo estatal, y a las partes del Legislativo, Judicial y órganos autónomos que tendrían alguna influencia en la génesis criminal. Y si bien el argumento es recurrente en los políticos que quieren diluir la responsabilidad, con el grado de enojo de los morelenses frente al aumento en la mayoría de los índices criminales lo que produce es extender la culpa y el enojo.
No se trata de algo menor. La administración de Cuauhtémoc Blanco, reflejada en palabras porque pocas más cosas ha logrado, muestra dos tendencias.
Primero, los funcionarios suelen ofrecer datos extraños, mal calculados o abiertamente mentirosos. Las cifras que acostumbra entregar la secretaria de Economía, Cecilia Rodríguez, son evidentemente contrapuestos a los datos oficiales y a la realidad; los que ofrece la secretaria de Cultura y Turismo resultan confusos y se contraponen también con los ofrecidos por el gobierno federal, los municipales y hasta con los empresarios de cada sector.
Segundo, establece márgenes que justificarían, desde su propia óptica, la inacción del gobierno, “le toca a los municipios”, “la fiscalía no hace su trabajo”, “son los jueces”, “la gente no entiende”, y otras explicaciones que se ofrecen frente a fallas en seguridad, pero también en obra pública, educación, salud, cuidado del ambiente, entre otras.
Los funcionarios de la administración de Cuauhtémoc Blanco elaboran un discurso que niega el futuro y sirve para autodescartarse de la responsabilidad presente. Probablemente por ello el rumor sobre la solicitud de licencia del mandatario no haya provocado siquiera una alerta en su gabinete.
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