El próximo fin de semana concluye el periodo ordinario de sesiones de la cámara de diputados. El que comienza en septiembre estará inmerso en el proceso electoral del 2024 y nuestros representantes electos estarán más preocupados en reelegirse o saltar a otros puestos que en atender las instrucciones presidenciales.
Posiblemente es por eso que la fracción de Morena en la cámara ha decidido romper el acuerdo de comisiones para la realización de siete Parlamentos Abiertos en la elaboración de la Ley General de Ciencia, Tecnología e Innovación. Lo de Humanidades es una ocurrencia, lo he dicho y lo sostengo
Las dos mesas que se llevaron a cabo pusieron en evidencia que existe una mayoría diversa y plural interesada en aportar para la elaboración de la Ley, con lo que se fractura la narrativa oficial de dos visiones de país. Lo que sí resultó monolítico fue el perfil de los defensores de la iniciativa del Conacyt: todos empleados del Consejo repitiendo el mismo mensaje.
A las mesas acudieron los presidentes de las comisiones de Educación y de Ciencia y Tecnología quienes elaboraron a partir de lo expuesto una nueva redacción de la Ley la cual mejora la del Conacyt pero todavía se queda corta y les voy a explicar porqué.
Primero, porque no establece un compromiso financiero a diferencia de nuestra demanda del 2% del Presupuesto de Egresos de la Federación, el doble de lo que se asigna actualmente. Tampoco les otorga a las entidades la facultad de crear fondos para financiar investigaciones ni las obliga a establecer mecanismos para proyectos multianuales pero, eso sí, prohíbe explícitamente la constitución de fideicomisos.
Segundo, porque sigue manteniendo a la Junta directiva del Conacyt como el máximo órgano de decisión de la ciencia en México. Aunque reacciona positivamente eliminando la participación de la Marina y el Ejército e incluyendo a siete externos al gobierno federal, sigue violando la Ley de Organismos Paraestatales al dejar la presidencia de la misma en manos de la directora del Conacyt.
Tercero, no dota de autonomía al órgano consultivo como interno con lo que lo someterá irrevocablemente al control del Consejo las observaciones que emita y, muy importante, los mecanismos de consulta a la comunidad y de elección de representantes los cuales serán fundamentales para el correcto desarrollo de la deliberación en la Junta Directiva.
Cuarto, no rescata criterios de calidad y productividad como ejes de la evaluación de postulantes o proyectos, sino que prioriza el “comportamiento ético” del postulante y asienta criterios de difícil interpretación como “solvencia y pluralidad epistemológicas” para el SNI.
Quinto, discrimina a los estudiantes e investigadores de instituciones privadas al excluirlos de los beneficios de los programas federales, violentando sus derechos humanos.
Sexto, carece de perspectiva de género al no reconocer ni dar soluciones a la inocultable brecha que existe en perjuicio de las investigadoras en nuestro país, sobre todo las más jóvenes.
Descafeinada en contenido ideológico, no menciona ya la palabra neoliberalismo, aunque mantiene todavía algunos conceptos muy de la 4t como la “nueva escuela mexicana” o el “rigor epistemológico”.
Esto no acaba hasta que se termina. La propuesta de las presidencias de las comisiones tiene que pasar el filtro de la mayoría de Morena y sus aliados tanto en comisiones como en el pleno antes del viernes próximo y de allí al Senado donde el partido del presidente no tiene el control absoluto. Y allí nos estaremos viendo.
PD. Reconozco la atinada respuesta de la Fiscalía de Morelos en la detención de un presunto responsable del homicidio de Noemí, Enrique y Javier. Esperemos que el gobierno de Morelos haga lo propio ante la escalada de violencia a la que nos tienen sometidos.
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