La semana pasada, la figura del cantante británico Harry Styles dio la vuelta al mundo una vez más gracias a que ganó la categoría más importante de los Grammy 2023 que otorga la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos: el Mejor Álbum del Año, intitulado “Harry’s House” –La Casa de Harry en español-, que más allá de sorprender por superar a artistas como Beyoncé, Adele, Coldplay, Lizzo y Bad Bunny, llamó la atención por el ¿polémico? mensaje que ofreció al recibir el correspondiente gramófono, lo que me hizo recordar a nuestro querido Harry, Nielsen León, propietario del tradicional Restaurante Los Vikingos, en Cuernavaca, cuyo reciente artículo de opinión en un portal de internet me resultó interesante y a la vez divertido, como es él desde la primaria, aunque inocente y preocupante al revelar algo más grande: el pensamiento del empresario morelense promedio.
En su texto, titulado “San Lunes ‘el taco acorazado y los críticos que no hacen nada’”, Harry, quien fuera Presidente de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados (Canirac) en Morelos, muestra su inconformidad por las críticas que en algunos medios y en las redes sociales recibió el evento en el que a duras penas el Ayuntamiento capitalino y sus promotores lograron el Récord Guinness para hacer de este platillo “el más grande del mundo” (sic), calificando a quienes las expresaron como “apáticos”, poco comprensivos o solidarios con este esfuerzo colectivo de promoción turística –así lo entiende él-, pero sobre todo, ofrece una mirada complaciente de lo que es el trabajo de la autoridad, corta acerca de cómo reactivar la economía e impulsar a sus sectores, así como del lugar que ocupa nuestra ciudad en el contexto regional y nacional, y de lo que es la participación de la ciudadanía.
Vayamos por partes: sin pensamiento crítico no hay democracia.
Primero: Si perdemos la capacidad de analizar, de cuestionar y de poner en duda lo que vemos y escuchamos de la autoridad, y creemos lo primero que nos dicen, entonces estamos condenados a vivir como nos digan, a conformarnos con lo que hay, a no aspirar a más, y lo que es peor, a aceptar justificaciones, a reducir nuestras expectativas como ciudadanos y como sociedad, cosa que ya nos pasa a los morelenses con los últimos y actuales gobiernos y Poderes.
Y como se define la posverdad –concepto cultural de nuestros tiempos-, “los datos objetivos tienen menos importancia para el público que las opiniones y emociones que suscita”; eh ahí que muy probablemente, las críticas al evento del taco acorazado vinieron de quienes no se sumergieron en la euforia del récord, que evaluaron el alcance y utilidad pública del mismo, y expresaron su inconformidad e incluso rechazo señalando otras prioridades de la ciudad que como los deficientes servicios públicos, la falta de infraestructura y seguridad se basan en hechos, totalmente objetivos.
Segundo: La mejor inversión para atraer al turismo es la seguridad e infraestructura, así como la competitividad. En su texto, Nielsen León nos comparte que otras ciudades han hecho “estrategias” similares a la del taco acorazado, compartiéndonos el caso de Mazatlán que, dice, recientemente, hizo el “cocktail de camarón más grande del mundo. Sin embargo, y más allá de las críticas que pudo haber recibido, dicho paraíso sinaloense está bastante lejos de lo que nuestra querida Cuernavaca es. Y para muestra, los siguientes datos: Mazatlán se encuentra entre las 10 ciudades de destinos turísticos del país con la menor percepción de inseguridad, de acuerdo a las mediciones realizada por el Centro de Investigación y Competitividad Turística de la Universidad Anáhuac (CICCTUR); a noviembre de 2022, captó 16 mil 500 millones de pesos en inversión anual con lo que rompió su propio récord; y ocupa la primera posición en el Índice de Competitividad Urbana 2022 de las ciudades de entre 500 mil a un millón de habitantes.
¿Estamos lejos verdad? Léase en voz de los críticos.
Y Tercero: La defensa que hace Harry Nielsen del trabajo del actual Gobierno Municipal, y del Alcalde de todos los que aquí vivimos, José Luis Urióstegui, es por decir lo menos simplista y obsequiosa. Cito: “A José Luis Urióstegui lo conozco y se me hace que es una persona que realmente quiere cambiar Cuernavaca para bien, tal vez no es tan mediático como otros presidentes municipales, pero creo que se está tratando de cambiar las cosas”. Los cuernavaquenses no votamos por un “rockstar” que si publica o no algo en sus redes sociales nos hace o no el día; los ciudadanos elegimos a una persona que pueda resolver los problemas de la ciudad, a alguien eficaz, tenaz, serio y comprometido, que dé resultados y no justificaciones, con avances sustantivos, palpables y evidentes, con capacidad de gestión y liderazgo, más allá de que sea simpático, “buena onda”, carismático o “mediático”, como bien dice nuestro Harry.
Si este es el pensamiento empresarial morelense promedio, en el que encajarían presidentes de cámaras y asociaciones como Iván Elizondo Cortina (Canacintra Morelos), Antonio Sánzhez Purón (CCE Morelos), Víctor Manuel Mendoza Moreno (COPARMEX Morelos), Griselda Hurtado (Canirac Morelos), Rodrigo López Laguardia (Canaco-Servytur Morelos), a la Harry’s style, pues seguiremos viendo eventos como “la cecina más grande del mundo”, “el baile del chinelo más largo del mundo”, etc, mientras las oportunidades de crecimiento y desarrollo, que tradicionalmente impulsan los empresarios, se diluyen, por ser ideas anodinas u ocurrencias.