En esta época navideña de tradiciones familiares, de buenos deseos, de reflexión y de descanso, quiero recomendarte una serie de lecturas de Luis Spota que pertenecen al ciclo llamado de las Costumbres del poder. En particular me quiero referir a la segunda novela del ciclo: Palabras Mayores.
Es un relato muy ameno de los momentos que vivían los tapados, hoy corcholatas, desde que el presidente anunciaba o les informaba que estaban en la competencia final por la candidatura presidencial del partido, hasta que el mero mero anunciaba por vía del partido (PRI por supuesto, no había otro capaz de disputar la presidencia) y los sectores corporativos que lo integraban como la CTM, CNOP, CNC, la decisión final.
Los tiempos, las formas, los rituales del poder que en esa época formaban parte de la tradición del dedazo, los decidía el presidente.
Algunos han escrito que la decisión más importante de un presidente de esa etapa del México moderno, era precisamente la de elegir a su sucesor. El momento máximo de poder, sin duda, y también el inicio de la caída y el camino a la salida. En la mayoría de los casos la puerta de salida significaba el repudio del respetable. Muerto el rey, viva el rey. Alguno al salir, hasta se puso en huelga de hambre y dejó de cenar un día.
Esta bonita tradición que describe Luis Spota en su novela ha perdurado y perdurado, por los siglos de los siglos, amén. Pensábamos que esto del dedazo y del tapadismo se acabaría con la democracia, pero no, para sorpresa de muchos y el gusto de otros tantos sigue más vigente que nunca. Llegó la alternancia en el 2000, y el último candidato del dedazo de Zedillo fue Labastida. Y sabemos que pasó.
En la era de la alternancia panista, Fox quizo dejar sucesor en la persona de Santiago Creel, pero le quedaron las botas grandes y por la derecha se les coló Calderón, a la postre presidente.
Felipe Calderón impulsó a su candidata Vázquez Mota, en un proceso no igual, pero sí parecido al dedazo, el problema fue que la candidata no emocionaba, era profundamente aburrida. Cayó al tercer lugar como helicóptero poblano en navidad.
En el caso de Peña, no desperdició la oportunidad de restaurar la tradición que su partido había cultivado por décadas, jugando a los tapados y al dedazo, mandó a un muy buen candidato a la contienda, José Antonio Meade. Un hombre sin duda preparado al que mandaron a la guerra sin fusil. La derrota ya estaba negociada y creo que él lo sabía o al menos lo pudo deducir por el abandono de su campaña.
Ahora con un presidente emanado de Morena, el partido que él mismo creó, con sus raíces profundas en ese PRI que describe Spota en sus novelas, se recrea la historia de los tapados y del dedazo, pero sin los adornos, la parafernalia, las frases prosopopéyicas de los políticos del viejo PRI. Ese lenguaje acartonado del viejo régimen, tan lleno de solemnidad y con una sabiduría implícita en los dichos del poder, que tan bien recrea Luis Spota en sus libros, no tiene nada que ver con las formas corrientes y vulgares de la actualidad.
Ahora la sucesión desde el ámbito oficial revive al tapadismo pero chafa, le llaman corcholatas, ya no tapados. Han dejado el estilacho, la solemnidad, las buenas costumbres y aparecen en las redes bailando y haciendo toda clase de gracias que nunca hubiéramos imaginado en un Ruiz Cortines, López Mateos, Echeverría o López Portillo. ¡Imagínate a Díaz Ordaz bailando en TikTok, con lo feo y mal encarado que era!
En fin, es época de paz y concordia, hay que renovar el optimismo, empezando por reírnos un poco de lo que a diario vemos; parafraseando al clásico, los personajes de la historia aparecen dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa, tal cual. ¡Vaya farsa la de la 4T!
Va este homenaje a Luis Spota que en 1975 escribió esta serie que casi cincuenta años después, es de lo más vigente.
¡Feliz Navidad y mejor año 2023!