Verán, queridos lectores, en la primera parte les mostré un muy pequeño ejemplo de la historia de mi ciudad, casi, casi les di una probadita, pero falta que les muestre el auge que alcanzó con las personalidades nacionales y mundiales que vivieron aquí para sopesar cuáles fueron las razones de su actual situación y las ansias que tenemos todos los cuernavaquenses de levantar de nuevo su imagen.
Cabe resaltar que a la ciudad la atraviesan nueve grandes barrancas y multitud de barrancones que se desprenden de las mismas, todas ellas regulan el clima de Cuernavaca, por lo que se le conoce como la ciudad de la eterna primavera. Pero antes quiero mostrarles muy brevemente su historia desde tiempos prehispánicos para al final llegar a la segunda mitad del siglo XX. Empezamos.
Destino turístico y de descanso siempre desde antes de la Conquista de México, los tlahuicas, una de las siete tribus nahuatlacas provenientes de la mítica Aztlán quienes antes de llegar al Lago de Texcoco se desviaron hacia el sur, se asentaron en la región que hoy se conoce como el estado de Morelos, donde se mantuvieron como amos y señores en el asentamiento que fueron acrecentando hasta ser llamada Cuauhnáhuac, hoy Cuernavaca, aunque hay vestigios que cual mudos testigos gritan que antes de los tlahuicas, en la hoy capital de Morelos, hubo importante presencia de otros grupos entre ellos los fascinantes y misteriosos olmecas.
Ya con el tiempo y el surgimiento del poderoso imperio Azteca-Mexica, dos de sus Tlatoanis, además de fieros guerreros, amaron las flores y las plantas, tanto, que el primero, Moctezuma Ilhuicamina, quinto Tlatoani, también llamado “el Grande”, eligió Oaxtepec, su nombre original es Huax-Tepec, vocablo de origen Náhuatl, ubicado en el hoy Municipio de Yautepec muy cercano a Cuernavaca; por la importancia que alcanzó es conocido como el primer Jardín Etnobotánico del continente americano.
Este emperador fue hijo de Huitzilíhuitl, segundo Tlatoani de Tenochtitlan y de la princesa tlahuica Miahuaxíhuitl, tanto le gustó el lugar que por cierto cuenta con su propio manantial, que Moctezuma I optó por conquistarlo y se preocupó de mandar a abastecerlo con variadas especies vegetales que disfrutaba cuando podía desde el año 1440 (siglo XV). Ese ejemplo lo imitaban varios Señores que elegían Cuauhnáhuac para descansa,r pues ya desde entonces era proverial el buen clima y su vegetación.
Luego de que el segundo Moctezuma (Xocoyotzin siglo XVI) siguiera el ejemplo de su antecesor, con la llegada de los españoles se abandonó la región hasta que fue desapareciendo la grandeza del Jardín. Sin embargo el 1 de octubre de 1787 cuando dio inició la Real Expedición botánica a la Nueva España, dado lo que aún encontraron un año después en Oaxtepec, riqueza vegetal, el 2 de mayo de 1788, se le dio el nombre de Real Jardín Botánico de Méjico.
Desde el inicio del virreinato, Cuernavaca ya había sido elegida desde el siglo XVI por Hernán Cortés como sede de su Marquesado y por los misioneros franciscanos, Felipe de Jesús incluido, para pernoctar aquí antes de seguir rumbo a Acapulco, al oriente y a encontrarse con su destino. Y con el paso del virreinato en el que esta ciudad fue sitio preferido de descanso de españoles, mestizos y habitantes de la Ciudad de Méjico, luego ya de México con X, proseguiremos este repaso, y ya casi llegamos al siglo XX. Verán qué chulada fue Cuernavaca durante el siglo pasado.
Y hasta el próximo lunes.