La agencia Reuters realizó un recuento de escándalos que han envuelto la gestión del gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco como servidor público. El documento aporta un sólo dato que a lo mejor no era tan conocido: la denuncia del fiscal, Uriel Carmona, por amenazas en contra de su familia presuntamente proferida por el mandatario. Por supuesto que el gobernador de Morelos afirma, como en cada caso, que se trata de una falsedad e invita a investigarlo, también como ha hecho en cada escándalo protagonizado por el también es “estrella del soccer”, como lo identifica Reuters.
Sobra que el mandatario pida que se le investigue, hay más de una decena de denuncias en su contra y carpetas de investigación que involucran su nombre en las fiscalías General y Anticorrupción del estado; además las autoridades electorales y posteriormente la Unidad de Inteligencia Financiera, también hicieron indagatorias sobre el gobernador y algunos de sus colaboradores y ex colaboradores. En el caso de la autoridad electoral, se encontraron motivos para sancionar a Cuauhtémoc Blanco, sin embargo, el órgano local electoral retrasó el proceso y se agotaron los plazos para sancionar. En el caso de la Unidad de Inteligencia Financiera, todos los asuntos parecen haberse detenido con la salida de Santiago Nieto Castillo de la dependencia. De la decena de carpetas en las instancias locales, tres se han presentado al Congreso del estado como solicitudes de juicios de procedencia y esperan ser dictaminadas para que la Fiscalía Anticorrupción pueda proceder en contra del mandatario. Otras siguen en fase de integración, hasta ahora ninguna ha sido desechada.
Por investigaciones no han parado y las indagatorias continúan siendo un motivo de sospecha sobre el actuar del gobernador para la ciudadanía. Cuauhtémoc Blanco demasiadas veces ha tenido que salir a los medios a decir que no es un delincuente, que no es un asesino, que no se ha metido drogas nunca, para enfrentar las demoledoras acusaciones que, por cierto, parecen mucho menos certeras en cuanto a su presunta relación con grupos criminales, que sobre la probable corrupción que ha envuelto a su administración. Por lo menos así lo demuestra el tablero de las investigaciones de las fiscalías, tres bastante avanzadas en la Anticorrupción, y ninguna en la Fiscalía General.
El gobernador puede insistir en que los fiscales son sus adversarios políticos, y aún si tal fuera cierto, la lógica nos dice que las dos verdades pueden convivir perfectamente, una no excluye a la otra. Un sospechoso de crímenes puede tener enemigos políticos. Por eso ha resultado tan poco efectivo el combate que Cuauhtémoc y su equipo de comunicación han hecho de las declaraciones de las fiscalías respecto a investigaciones sobre el mandatario y su equipo, y de las sospechas que sobre ellos siembran una colección enorme de hechos y muchos actores políticos locales (algunos de ellos fueron colaboradores del mandatario, por cierto).
Cuauhtémoc Blanco no aclara, desvía la atención y con ello hace que el tema sea recurrente. En estricta justicia debe reconocerse que no hay nada más difícil de comprobar que la inocencia, por eso el sistema jurìdico está fundado en demostrar la culpa. Pero los elementos de opacidad en el gasto público, las omisiones del gobierno estatal, los indicios de conductas que podrían constituir actos criminales, son banderas de alerta respecto a la administración actual y tendrían que aclararse y corregirse una a una.
Pero la estrategia del gobernador en materia política y de comunicación difícilmente cambiará. Los más de cuatro años de su administración se ha mantenido porque a pesar de todos los negativos que tiene el mandatario, su equipo mide los resultados en interacciones con el grupo dominante en el partido Morena más que en la cercanía social. Y los de ese grupo tiene una lógica que opera como la del gobernador y que se construye con las falacias lógicas que han triunfado en el desplazamiento del discurso racional por el emotivo. Ellos creen que funciona, pese a que la experiencia demuestra lo contrario: los pendientes acosan al Cuauhtémoc en la última fase de su mandato, como a sus antecesores. El destino alcanza.
@martinellito
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