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Tras los rastros de las monedas de Atlihuayán – El Sol de Cuernavaca

Una cosa es segura si vas a Yautepec pretendiendo encontrar un lugar donde apreciar cómo eran las monedas zapatistas que fueron acuñadas en la Hacienda de Atlihuayán durante la Revolución Mexicana: casi todo es un muro frente a ti.

Ni el Museo Centro Cultural del Chinelo (Mucecch), ubicado en el corazón del municipio y el principal recinto museográfico de Yaurepec, ni la propia exhacienda donde fueron labradas, son lugares que arrojen alguna certeza sobre las monedas, excepto la de que efectivamente existieron y nada más.

“Hemos tratado de contar con una muestra en el museo, pero todavía no lo logramos”
, cuenta Lenin Villalba, director del Mucecch.

Rarezas de la historia

Durante los años 1911 a 1917, en la época de la Revolución Mexicana, México fue un país con constantes emisiones monetarias, tanto por parte del gobierno como por los jefes de las facciones que militaban a lo largo y ancho del país.

Hacia 1921, apenas cinco años después del momento revolucionario más convulso, Howland Wood, Conservador de la Sociedad Numismática Americana, publicó una monografía en la que daba cuenta de 75 ejemplares de monedas revolucionarias.

El tiempo demostraría que la numismática revolucionaria era un campo abundante en rarezas y misterios por descubrir, los cuales serían revelados por eventuales coleccionistas mexicanos.

Para 1928, la lista se había incrementado hasta llegar a las 180 variedades,
cantidad que todavía volvería a extenderse con 25 ejemplares desconocidos. De acuerdo con el especialista Jesús Sánchez Garza, en “Notas históricas sobre las monedas de la Revolución Mexicana”, publicado en 1933, la escasez de las monedas revolucionarias se debe principalmente a tres razones: que fueron acuñadas por periodos muy breves y con procedimientos por demás primitivos (en Tenancingo, en el Estado de México, las monedas de 20 centavos fueron hechas haciendo uso de troqueles de trozos de riel como palanca); la persecución de quienes poseían monedas zapatistas por las tropas de Venustiano Carranza, al grado del fusilamiento como castigo; y el abandono que sobrevino a la ocupación de las haciendas a manos del gobierno, una vez que los zapatistas se retiraron de ellas. Eso fue, precisamente, lo que ocurrió en Atlihuayán.

Un jardín de descanso para Moctezuma

Construida hacia el año 1620, la exhacienda de San Diego Atlihuayán está enmarcada en uno de los paisajes más bellos de Yautepec. Tal fue su esplendor mucho tiempo atrás que el terreno constituyó un jardín de descanso para el emperador Moctezuma, antes de la llegada de los españoles a Mesoamérica.

Ya edificada como hacienda, su ingenio azucarero fue uno de los más importantes del estado durante la última etapa del Porfiriato. Originalmente fue propiedad de Pablo Escandón y Barrón, gobernador por aquel entonces del estado de Morelos.

En tiempos de la Revolución Mexicana fue ocupada por las tropas zapatistas y fue aquí donde se acuñaron las monedas de cobre que les permitieron solventar los gastos del movimiento.

“Durante la Revolución la hacienda fue fábrica de municiones, pertrechos y monedas. Existe una moneda, que desconozco si la tengan ahí, con una falla en la impresión, por lo que es una moneda histórica”,
cuenta Julio Zapata, una de las pocas personas que se han dedicado a indagar en el patrimonio cultural e histórico de la exhacienda de Atlihuayán.

Con todo, Julio Zapata coincide con quienes aseguran, una voz tras otra, que de aquellas monedas se sabe poco y se conserva menos.

“Ya no existe nada de la fábrica de monedas, ni siquiera las instalaciones, es una hacienda privada que fue lotificada, y los propietarios construyeron en algunos jardines sus casas de fin de semana, muy privadas”, reconoce. De hecho, para quien no vive en una de esas casas, es prácticamente imposible entrar.

Así eran las monedas

Aunque existe escaso material gráfico acerca de las monedas de cobre que fueron acuñadas por las tropas zapatistas en la hacienda de Atlihuayán, Sánchez Garza ofrece descripciones precisas sobre lo que mostraban las tres monedas a las que tuvo acceso, una de ellas única en el registro general, la cual fue hecha de plata.

De acuerdo con el investigador, las monedas zapatistas que se fabricaron en Yautepec fueron de un peso y de 50 centavos, si bien los coleccionistas actuales han permitido descubrir una versión de 20 centavos.

El investigador se limita a describir el ejemplar de 50 centavos de esta forma: “El troquel del anverso fue hecho por don Paz Domínguez y el reverso por don Melitón Gómez. Esta moneda, en buen estado, es escasa”.

La búsqueda de monedas zapatistas de cobre en Yautepec es complicada
hasta para los más avanzados en el tema. En su momento, el propio Jesús Sánchez se enfrentó no a la escasez, sino a la inexistencia:

“Después de visitar casi todo el estado de Morelos, podemos decir, sin temor a incurrir en falsedad, que allí no se puede conseguir ninguna de las monedas que se acuñaron en Atlihuayán, hacienda azucarera que pertenece a don Pablo Escandón, y que actualmente se encuentra en ruinas y casi abandonada”, se lee en su notable trabajo de investigación.

Aún así, da más pistas del proceso de fabricación de monedas en el lugar, que debió transcurrir de 1915 a 1916:El general zapatista Amador Salazar fue quien ordenó la acuñación, y el encargado de ella fue el ingeniero Ángel Barrios”.

Otra de las monedas fabricadas en la hacienda fue la de un peso, con dos versiones: en cobre, que debió ser un tanto más común, y en plata, de la que sólo se descubrió un ejemplar. Aquella moneda mostraba en su anverso un águila mexicana con la leyenda “República Mexicana”. Y en el reverso: “Sobre las balanzas y la espada de la justicia, y bajo el gorro radiante de la libertad, un libro abierto en que se lee: PLAN/DE/AYALA/20/NOV/1911. Leyenda: REFORMA, LIBERTAD, JUSTICIA Y LEY. UN PESO”.

La moneda de plata, agrega Sánchez, pudo haberse tratado de una prueba, dado que no volvió a encontrarse ninguna otra igual. El único ejemplar conocido llegó a las manos del historiador y abogado poblano Francisco Pérez Salazar, quien la recibió en donación tras una cadena de mano a mano que inició desde que Eufemio Zapata, hermano de Emiliano, y “El Tuerto” Morales, la regalaron a Eduardo Ruiz, cura de Tepeaca, en Puebla.

En los últimos años, las redes sociales y su uso como casa de subastas han permitido apreciar, cada cierto tiempo, las monedas de cobre de Atlihuayán, gracias a las fotografías subidas por los coleccionistas, quienes han llegado a ofertarlas hasta en mil 450 pesos.



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