A diferencia de las discos tradicionales de la época de finales del siglo XX, como el Zarco y los Candiles, donde en sus aperturas (openning) manejaban videos musicales para prender el ambiente, en este lugar el concepto era totalmente de video bar, en una época donde los Disc Jocker hacían sus propios videos al ritmo de sus mezclas al no existir todavía el internet.
La idea fue traída a Cuautla por el empresario Carlos López, quien tomó como modelo los centros nocturnos que ya existían con éxito en la zona del Caribe Mexicano, concretamente en las playas de la Riviera Maya, donde trabajó un tiempo.
Tras visualizar el éxito que se podría tener en la zona Oriente de Morelos por su cercanía, sobre todo con el entonces Distrito Federal, Carlos trajo esa innovación a la ciudad.
Y no se equivocó, pues debido a la novedad, fue un lugar que alcanzó gran éxito, ofreciendo noches inolvidables para miles de visitantes que ingresaron a sus instalaciones ubicadas sobre la avenida Reforma número 200 de la colonia Emiliano Zapata.
Sin embargo, su permanencia fue de escasos cuatro años, pues en su máximo apogeo se vio abruptamente interrumpida por un problema judicial entre sus empleados, que fueron detenidos.
En una redada, la policía encontró droga entre los elementos de seguridad privada, “pero era, me imagino, para su consumo, sin embargo, todos pagamos el plato, ya que en este lugar ese tipo de sustancias no se ofrecían a los clientes”, afirman el barman Juan José.
El problema fue del dominio público y fue la sentencia de muerte para este lugar que, al ser clausurado, terminó por nunca más abrir sus puertas.
Experiencias de un video bar
Miguel Archundia, uno de aquellos clientes, recuerda cómo desde el ingreso se vivía la novedad.
“No era como el Zarco y Candiles, era un lugar muy distinto, desde el trato de la gente que ahí trabajaba; te trataban con mucha cordialidad y las fiestas eran en grande; en ese lugar, recuerdo, me festejaron mis amigos un cumpleaños y ellos me cantaron Las Mañanitas, algo que en ese momento no se hacía en ningún otro lado de Cuautla, fue algo genial”, narra el vecino del poblado de Cuautlixco, hoy a sus 54 años.
Por su parte Rogelio Anzúres, de 53, recuerda cómo en ese lugar festejó el cumpleaños de quien en ese momento era su novia. “Por comentarios de amigos, me recomendaron llevarla en su cumpleaños para vivir esa innovadora experiencia, y no me arrepiento, ya que fue una noche mágica y muy agradable, era un lugar fuera de lo común y eso nos gustó mucho, tanto que regresamos en muchas ocasiones, incluso ya como esposos”.
En las entrañas del Friday
Uno de los trabajadores que estuvo durante los cuatro años de existencia de este video bar fue Juan Cárdenas; “me tocó abrir y cerrar el Friday López”.
Trabajó desde cuidador de los baños hasta como responsable de la barra.
“Llegué a trabajar cuando el dueño me invitó a colaborar con él, desde su apertura, en el año de 1989; al comienzo se ubicó en avenida Reforma, en la colonia Zapata, y luego de un par de años se cambió a un costado, en un segundo piso, donde hoy se encuentra otro bar.
“En el primer local eran sólo dos cuartitos con una sola puerta de entrada; ahí empezó el Friday López, muy en pequeño. pero en el 91 se inauguró la nueva sede, a escasos metros de ahí, donde como curiosidad es que el día de la apertura los albañiles todavía estaban trabajando, sin embargo aun así se puso a funcionar”.
El Friday López fue el primer video bar en Cuautla, reafirma. “En aquella época no existía el bendito internet, lo único que había era el MTV, canal musical de televisión por cable, y así empezábamos, con la música de ese canal”.
Otra peculiaridad del Friday López , agrega, ”es que por costumbre en toda la noche se proyectaban en sus monitores todavía de cajón y en una pantalla gigante de 2 x 2 metros, caricaturas de Tom y Jerry y de fantasías animadas, todo al ritmo de la música, donde mágicamente los DJ hacían coincidir el video con la canción”.
Para ello los DJ que trabajaban en el lugar “hacían sus propios videos que grababan y se reproducían en las videocaseteras modernas de aquel entonces, algunos de ellos eran los hermanos Alejandro y Chucho Mostache”.
También durante su historia pasaron otros DJ como Erick Nava, Miguel “El Vampiro” y el último fue Base Azteca, Juan Carlos Urzúa.
Un video bar para gente selecta
El Friday López tenía un cover de entrada en ese entonces de 20 pesos, un precio caro pero a la vez módico en comparación de otros lugares como el Zarco, Taizz, y Yambalai, que eran discos en forma, “pero nosotros como video bar nos dábamos ese lujo de cobrar el cover porque era un lugar V.I.P., eso sí, selecto, donde el dueño Carlos López venía de trabajar en Cozumel, Quintana Roo, y de ahí trajo esa idea muy avanzada para un tipo de gente de cierto nivel social”.
“De hecho todos los que trabajamos con él, habíamos tenido también una experiencia de trabajo por el sureste de México, con una ideología diferente que se tomó del grupo Anderson´s, dueño de Carlos´n Charlie’s y Señor Frog´s, entre otros; lo que hicimos fue hacer algo que no hacían en Zarco, por ejemplo, convivir con nuestros clientes, con la gente, tratarlos como iguales, fue un lugar de fiesta y de gran ambiente”.
El único pero que existió, dijo el entrevistado, “es que en este lugar se tenía derecho de admisión y únicamente iba la gente selecta de Cuautla, por decirlo así, entre los que recuerdo, por ejemplo, que eran asiduos clientes, estaba el señor Juan Carlos Armesto, dueño del Hotel Granada, los Cedeño, gente de la política, presidentes, hijos de los mismos políticos, chavitas también de buena posición, como las López, la señora Colín, Paty Gracida, entre algunos otros”.
Agrega que llegaba gente no solo de Cuautla, también de Cocoyoc, Cuernavaca, de la Ciudad de México y de Puebla; “venían hasta acá, ya que Charly manejaba algo parecido al Studio 54, una cadena por invitaciones, así elegía a la gente que podía entrar e incluso se empezaron a manejar las membresías anuales, algo que nadie había hecho, aunque también en ocasiones se abría la entrada al público en general, pero en apego estricto en el acceso a gente que no llevara chanclas, shorts o playeras, todo eso le daba un ambiente muy diferente a los demás lugares que había en la ciudad.
“Se manejaba una coctelería especializada; yo desde ese año, de 1991, pasé a ser barman porque el que estaba llegó, se fue, y el dueño sabía que había sido barman en Cancún y recibí la oportunidad, fue como pasé a hacerme cargo de la barra hasta 1993 que cerró el video bar”.
Y entre el todo el personal que se hizo una gran hermandad; “todos nos hicimos famosos con la gente que ya nos buscaba para contarles una historia, entre ellos había seis meseros: Patricio, “La Rana”, Agustín, Fred, Oscar Cardozo “el Jackie Chan”, otro Óscar, y en la barra me ayudaba “El Piraña”, la señora Carmen, además en la administración estaba el Contador de Carlos López, que era el gerente, y el encargado general del mantenimiento era Margarito, “Maguito”.
“Fue un lugar muy icónico que ofrecía a la gente un gran ambiente novedoso, muy diferente a lo que existía, los cumpleaños los manejábamos con el espectáculo de los Muppets, esa era otra cosa que se implantó, nos disfrazábamos los trabajadores con los personajes para festejar a los cumpleañeros portando un caso de electricista para hacer el en vivo, donde cada uno de nosotros éramos presentados en la pista para pasar a bailar, e incluso en mi caso y la Piraña hacíamos un número con las charolas”
“Tanto fue el auge que hubo intercambios culturales y se trajo un DJ de Inglaterra que estuvo un tiempo con nosotros; fue algo fuera de la normal en Cuautla este concepto”, concluyó.
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