Esta semana inicia el evento más importante del deporte a nivel global, no tanto por el deporte en sí, sino por todo lo que acarrea este evento deportivo que se celebra cada cuatro años desde 1930.
Como todos lo sabemos, el mundial futbolero tendrá como sede a Qatar, una nación que, desde su elección como anfitrión, ha sido polémica, tanto en su nombramiento como en la forma en que se ha preparado para ello. Y no es para menos pues, al menos hace cuatro años, en el mundial celebrado en Rusia, la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) anunció que más de 3,500 millones de personas en el planeta vieron una parte del evento deportivo, es decir, más de la mitad de la población mundial. De hecho, al menos 1,120 millones de personas vieron la final disputada entre Francia y Croacia en el 2018.
Entonces, el hecho de que Qatar sea sede de este evento significa una relevancia histórica para una región que para lo único que se le voltea a ver es cuando se habla de petróleo y guerra. Sin embargo, la derrama económica que significa este evento nos puede dar un panorama del por qué los países se pelean por albergar este tipo de eventos.
El problema radica en que la FIFA define quiénes serán los nuevos anfitriones del mundial basados en la infraestructura y lo que puede significar en materia comercial y económica para ellos, sin pensar en que son los Estados quienes, con recursos del pueblo, se encargan de invertir en un proyecto que no siempre es redituable para el erario público, pero sí para la propia FIFA, tema que es controversial cada vez que se llegan este tipo de decisiones.
Y para ejemplo un botón, Qatar ha tenido que invertir cifras millonarias para construir más de 100 hoteles, 8 estadios, 3 líneas nuevas de subterráneo, un nuevo aeropuerto y un nuevo puerto, esto es unos 225 mil millones de dólares. Lea usted la súper inversión qatarí luego de que para el mundial de Rusia se gastaron apenas 14 mil millones de dólares, apenas 3 mil más de los invertidos por el gobierno brasileño en el mundial de 2014; es decir, el presupuesto de inversión de Qatar, a comparación del mundial pasado se incrementó en 1,328%. ¡Una locura de cifras!
Pero la FIFA también va a tener que desembolsar cifras millonarias para que el evento salga lo mejor posible, pues se espera que gaste unos 1,696 millones de dólares divididos en rubros tales como premios, gastos operativos, televisión, programa de ayuda a clubes, administración del personal, servicios a los equipos de informática o derechos de marketing. A pesar de ello, la FIFA espera que las ganancias por el mundial de Qatar sean de unos 4,666 millones de dólares, un 175% más de lo invertido. Un negocio redondo.
Pero, entonces nos podríamos preguntar ¿De dónde sale todo ese dinero? Bueno, en cuanto a la inversión de los Estados, la respuesta ya la comenté líneas arriba: de los impuestos de los contribuyentes. Pero el dinero de la FIFA sale de un excelente manejo del modelo de negocio que se replica en todo el mundo y que tiene ganancias millonarias por ver, como dicen los que no gustan de este hermoso deporte, 22 personas corriendo detrás de un balón.
Las fusiones y alianzas estratégicas con grandes marcas que patrocinan equipos y futbolistas en particular son la gran estrategia para que este negocio sea rentable sino, ¿cómo podríamos demostrar que Cristiano Ronaldo, Lionel Messi y Neymar Jr. ganen 125, 110 y 95 millones de dólares anuales, respectivamente?
La estrategia de marketing que tienen todos los involucrados son de llamar la atención, pues los clubes de futbol se pueden de dar el lujo de tasar el precio de Kylian Mbappé en 160 millones de euros, es decir, si usted lo quisiera para su equipo del fin de semana habría que pagarle al PSG unos 3,200 millones de pesos mexicanos, más el sueldo del jugador. De locos.
Pero si seguimos con los números, Qatar será la fiel comprobación de que el fútbol ya no es para el pueblo, al menos no para ese nivel porque si usted quisiera ir a un partido, además de pagar todos los viáticos desde su lugar de origen, habría que ser considerado como afortunado para obtener una de las 3 millones de entradas disponibles cuando hay una demanda de 17 millones de solicitudes para un boleto. Además, si tuviera la fortuna, habría que pagar, de menos, unos 70 dólares por ticket, sin considerar que el (barato) de la final estará en unos 1650 dólares, algo así como 33 mil pesos hasta arriba.
Entonces, de acuerdo a la FIFA, se espera que este mundial sea visto por 5 mil millones de personas que por lo menos, como el que escribe estas líneas, ya compró su playera oficial que cuesta unos 85 dólares. Así que saque usted cuentas y verá como los números sí salen.
FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Sígalo en @fabrecam