Desde septiembre de este año el Centro Cultural Jardín Borda alberga una exposición dedicada al arte feminista en Morelos. Pero ¿qué es esto? ¿una muestra artística de mujeres? pues no exactamente… resulta que la justificación de esta reunión de artistas no es el compartir un cuerpo femenino sino del ejercicio de una posición política desde el arte.
Verde Violeta es una revisión de las prácticas y producciones artísticas de 20 mujeres feministas de diferentes generaciones, y una colectiva, asentadas temporal o permanentemente en el estado de Morelos, quienes han ejercido durante los últimos veinte años una transformación cultural hacia la formación de comunidades igualitarias; haciendo, discutiendo y compartiendo arte desde la ternura, la valentía y la rabia que otorga la mirada feminista.
El nombre de la exposición hace alusión a los colores representativos que, a nivel global, compilan el reclamo de las diversas luchas feministas: el violeta que abarca los derechos civiles, laborales, sociales, expresivos y sexuales; y el verde, símbolo de las luchas por los derechos reproductivos, la consagración de la autonomía del cuerpo y en específico, la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo.
Cabe también señalar que la teoría feminista abarca una amplia diversidad de aproximaciones académicas y personales, que incluyen las variadas posturas: el feminismo de la igualdad, el de la diferencia, el interseccional, el decolonial, los feminismos negros, los radicales, los liberales, los indígenas, y las derivaciones queer o trans.
En Morelos, el punto de partida indudablemente es el trabajo de Magali Lara, quién, proveniente de la Ciudad de México, se instala en Morelos en 1995. Con una evidente exploración hacia lo íntimo, el cuerpo, la sexualidad, la maternidad y la docencia, Magali nos ha mostrado la multiplicidad de caminos posibles en la investigación visual feminista; formando al menos 15 generaciones de gestoras, artistas y docentes que incorporan los feminismos, de manera individual o colectiva, a su práctica diaria y a su vida personal desde su papel como profesora en la Facultad de Artes de la UAEM y en el Centro Morelense de las Artes.
El arte feminista que se presenta en la exposición se organiza en seis núcleos temáticos, siendo el género; la maternidad y la reapropiación de la cuerpa, la primera parte de la muestra, para continuar con un grupo de piezas denominado: brujas, diosas y ancestras, seguido de un eje enfocado hacia otras luchas, donde se presentan la domestica, la laboral y la social, para culminar con una sala dedicada a la mayor de las violencias, el feminicidio.
Así, esta muestra debe leerse como una producción atravesada por factores políticos, sociales, económicos y emocionales, donde no puede desligarse la experiencia íntima, de la construcción social, recuperando, una vez más, la máxima feminista que manifiesta: “lo personal es político”, pues este es un arte que es producto de una teoría epistemológica y una práctica emancipatoria social que declara que las mujeres también somos personas.
En este sentido, la efervescencia actual del feminismo y la radicalización de las mujeres es una respuesta al entorno social híper violento en el que es latente el riesgo de ser asesinadas en cualquier lugar. Un México con más de 10 mujeres y niñas desaparecidas diariamente. Un entorno de madres que buscan a sus hijas desaparecidas, víctimas de trata o asesinadas. Un pacto social de levantones, de trata y prostitución, de acoso, de violación, de masificación pornográfica, y de complicidad de las autoridades. Una cultura del feminicidio, una guerra abierta contra las mujeres, como lo ha analizado en sus estudios la teórica Rita Segato.
En este contexto de alarma e ira, también emerge un lazo profundo de amistad entre mujeres como práctica política. La sororidad ha consolidado colectividades, ha respaldado a las denunciantes y ha permitido que las mujeres declaremos al mundo que nunca más nos someternos ni nunca más contarán con la complicidad de nuestro silencio. ¡Si tocan a una, nos tocan a todas!
No se la pierda, pues además del disfrute estético esta muestra es un espacio de sensibilización hacia la terrible situación que vivimos las mujeres en Morelos y para dimensionar el enorme impacto que la ternura radical ha impreso al movimiento feminista en nuestro Estado. La exposición se puede visitar hasta el 5 de febrero en la Sección Juárez del Centro Cultural Jardín Borda de 9 a 17h.
Isadora Escobedo Contreras