México es un país con un crecimiento poblacional importante, hace apenas un par de décadas llegábamos a los 100 millones de habitantes y desde entonces, hemos crecido casi el 20% y se estima que para el año 2050 alcanzaremos un promedio de 150 millones de habitantes. El reto de estos datos cobra mayor relevancia si pensamos en que el territorio nacional seguirá siendo el mismo mientras que el crecimiento poblacional avanza.
No es difícil imaginarse el reto que representa ver al futuro de las ciudades con una densidad poblacional mayor, lo difícil es plantear opciones eficaces para la demanda de vivienda, servicios, movilidad y en general los elementos básicos para la vida digna de las personas. Porque hay que decirlo con todas sus letras, las ciudades en México, en su mayoría no parten de la planificación, por el contrario, son producto del crecimiento acelerado de la mancha urbana, que pocas veces ha dado oportunidad de pensar los espacios.
El caso que particularmente me ocupa es Cuernavaca, una ciudad de alrededor de 380 mil habitantes que han hecho crecer la ciudad sin enfrentar correctamente los retos del comportamiento poblacional y que se refleja en el surgimiento de asentamientos “fuera de la normatividad” correspondiendo a la necesidad primaria de una vivienda. Pero el problema se agudiza cuando entendemos que los espacios habitados no han sido originalmente pensados para eso y por tanto tampoco diseñados para proveer de los servicios básicos a las personas, sin que esto signifique que las condiciones no puedan cambiar según el comportamiento de los asentamientos.
Cuando hablo de este tema me gusta pensar que las personas entendemos bien que asentarse en estos terrenos no es un capricho de nadie por “obtener” un pedazo de tierra, sino la búsqueda de condiciones dignas y humanas para la subsistencia en una ciudad cada vez más cara, más compleja y menos incluyente; me gusta pensar también que el crecimiento de la ciudad no es un tema aislado aora quienes toman las decisiones y que están planteándose los escenarios óptimos para cumplir con las demandas básicas. Aunque esto último sea más bien una utopía que redunda en mi cabeza cada que pienso en lo que Cuernavaca debería ser, porque hasta hoy seguimos viendo una negativa increíble por parte de las autoridades que van y vienen y ninguna se enfrenta al reto de ordenar la ciudad sin dejar dr lado a las familias que hoy no cuentan con acceso a servicios básicos y que viven en condiciones que no son ni de cerca dignas y que están sujetas a un uso de suelo que al final ya está siendo habitado, mientras sus derechos a lo mínimo indispensable no se garantizan por las autoridades.
Pensar en ciudades modelo, incluyentes y ordenadas es fundamental para re plantearnos la administración de Cuernavaca, pero antes de eso, lo que vale es pensar en las personas, que día a día sostienen su desarrollo. Hacer la vista para un lado no va cambiar la realidad: o empezamos a buscar alternativas de desarrollo de cara al 2050 o la ciudad como muchas otras en nuestra situación va a colapsar. Se trata de brindar certezas, de promover que la calidad de vida de la ciudadanía mejore, de eficientar los recursos, incluidos los espacios y lo más importante, de asumir los costos de las decisiones que impactan directamente en la calidad de vida de la ciudadanía. Gobernar una ciudad como Cuernavaca también implica el reto de tomar decisiones de impacto y no reducirse a los cortoplacismos que han mantenido al margen el interés y bienestar de las personas.
Pd: ¿Hasta cuándo las declaraciones desafortunadas del Comisionado de seguridad de Morelos van a seguir normalizándose? Un día nos dice narcos y al otro nos amenaza con la fuerza del estado. La misoginia es discurso de odio y ese señor sigue ahí.