En los últimos meses hemos visto un montaje como pocos en la escena política nacional. Los “partidos de siempre” PRI, PAN, PRD (o lo que queda de él) han armado un supuesto bloque opositor al régimen y a Morena que más parece por los hechos, un esfuerzo desesperado por conservar los privilegios de sus cúpulas y la impunidad con la que muchos de sus personajes han operado desde siempre.
Si les digo que esto es un montaje es porque nadie se cree el absurdo de ser la oposición que representa a México cuando sus bancadas en el Congreso de la Unión (el Senado y la de Diputadas y Diputados) han ejercido sus votos a conveniencia de quienes lideran el proyecto aliancista, conveniencias que han tenido como objetivo ya sea salvar de graves acusaciones de corrupción a sus dirigentes o atentar contra la democracia del país. Es decir, descarada pero engañosamente, se han unido a ese régimen que tanto dicen odiar para apoyar reformas hechas a modo de sus utilidades cupulares.
El ejemplo más reciente es el de la reforma que pretendía acotar las funciones del tribunal electoral del poder judicial de la federación; una reforma que tiene un trasfondo retrógrado, discriminador y completamente alejado de la democracia que supuestamente esos partidos defendieron hace unas semanas marchando a favor del INE; de ese tamaño la incongruencia de esta oposición de juguete.
La reforma en cuestión pretendía dar un golpe a los derechos políticos electorales de las y los ciudadanos, anulando el gran medida la posibilidad de acceso a grupos históricamente vulnerados y cerrando las puertas de los procesos internos de los partidos políticos al juicio imparcial del tribunal electoral. Uno de los avances más significativos de las acciones afirmativas contra las que atentaría esta reforma es el de la paridad que también se vería gravemente afectada. La garantía de los derechos políticos de las mujeres y grupos específicos es parte de las conquistas que han costado décadas de impulso y consenso y que mañosamente pretendían tocar a conveniencia de sus partidos, por el miedo (muy bien fundado) de perder el registro o seguir cayendo en el abismo de una crisis que ellos mismos como inoperantes, ineficientes y corruptos han provocado desde hace años. Porque sí, la desesperación de esta alianza política contra natura de “Va por México” es provocada por el visible rechazo de una sociedad que ha visto transformarse a estas instituciones en agencias de colocación de las familias reales de la política en el país.
Para esta reforma que buscaba quitarle el filo a los dientes de un tribunal como el electoral todos los grupos parlamentarios se pusieron de acuerdo a través de sus dirigencias, porque está claro que para ellas y ellos lo más importante no es México sino las franquicias en las que han convertido a los partidos políticos que dirigen. Sin embargo, la bancada de Movimiento Ciudadano, la sociedad civil organizada y expertos y expertas en la materia lograron lo impensable: dar un revés y encontrar incluso con quienes pertenecen a este bloque puntos de coincidencia: debilitar al juez electoral y tocar lo logrado a favor de grupos específicos es inmoral, anti democrático y constituye un atentado contra la ciudadanía. Por ello se logró un acuerdo para sepultar esta reforma que desde un inicio era vergonzosa, pero que dejó ver la triste realidad de la partidocracia mexicana. Las dirigencias buscan seguir sosteniendo sus agencias/negocios familiares a costa, incluso, de pasar por encima de la esencia democrática de nuestra República; en otras palabras, lo que los partidos de siempre siguen sin entender es que la política está dejando de ser suya para pasar a manos de quienes si son dueñas y dueños por derecho; la ciudadanía. Ahí les espera el 2024, que no se nos olvide quién o quienes se atrevieron a defender la eliminación de la autonomía del Tribunal Electoral, incluyendo a quienes le sirven al régimen de Morena.
Pd: Ahí les va después de Sheinbaum, Cuauhtémoc Blanco a la Ciudad de México. El gobernador de Morelos dice, con un cinismo que cala, que ahora será esa ciudad la que busque gobernar. Sólo alguien al abrigo de la impunidad y al amparo del gobierno se atrevería a tanto descaro. Apaguen las luces y vámonos.