Alfonso Segura de la O
Vender productos y servicios a las grandes compañías en México es una excelente oportunidad para cualquier negocio. El mercado de las adquisiciones representa posibilidades de crecimiento a las que frecuentemente las empresas de mujeres no tienen acceso, esto a causa de desigualdades estructurales que las dejan fuera del complejo mundo de las cadenas de valor, cada vez más digitalizado.
La estructura del mercado laboral mexicano se configura de manera segregada en sectores y ocupaciones que suelen ser consideradas como masculinas o femeninas. Las mujeres que acceden al mundo del trabajo se concentran en mayor medida en sectores asociados con los roles y estereotipos que socialmente les han sido asignados y están subrepresentadas en espacios predominantemente masculinos. Son las mujeres quienes, principalmente, participan en actividades económicas relacionadas con el cuidado y las tareas del hogar, tales como los servicios educativos, los servicios de salud y de asistencia social, así como los servicios domésticos. Asimismo, el sector en donde participa la mayor proporción de mujeres ocupadas es en el comercio al por menor, que es la actividad económica con mayor contribución a la economía informal.
Aunado a las implicaciones en cuanto a la limitación de oportunidades y opciones que representa la segregación por sexo, las carreras masculinizadas donde las proporciones de mujeres son bajas, se posicionan entre las mejores pagadas, lo que abona a la brecha salarial entre mujeres y hombres. Cálculos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) indican que por cada 100 pesos que un hombre gana, una mujer gana 81 pesos; es decir, las mexicanas ganan 19% menos que los varones.
Según el Global Gender Gap Report 2022, del World Economic Forum, el mercado laboral está siendo presionado por dos vías: la era post-pandemia y la adopción de nuevas tecnologías. Esto cobra especial relevancia porque las brechas de género son más probables en campos que requieren habilidades técnicas disruptivas, de manera que se continúa reforzando la segregación en el mercado laboral, tanto en empleos tradicionales como emergentes: a nivel mundial, las mujeres representan apenas el 14% de profesionales dedicados a computación en la nube, 20% en ingeniería y en datos e inteligencia artificial las mujeres representan 32% de la fuerza laboral.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que si el énfasis del mercado laboral estará en las áreas de ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), es un momento decisivo para que las mujeres incursionen masivamente en dichas áreas, aportando sus habilidades intelectuales y de inteligencia socioemocional. De no suceder así, se quedarán fuera de los mejores empleos e ingresos, así como de los beneficios de la innovación y la digitalización.
La digitalización de nuestras economías tiene un enorme potencial para mejorar la vida de la ciudadanía, la productividad y la desigualdad. La tecnología es el futuro, estará presente en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida y su manejo condicionará nuestra carrera laboral. Las mujeres son el 52% de la población europea, pero sólo el 17% trabaja en empleos relacionados con la tecnología.
La evidencia es muy clara: no puede haber crecimiento sostenible sin igualdad entre mujeres y hombres, puesto que este principio es un derecho humano y tiene el potencial de impulsar el desarrollo, la productividad y el bienestar de las personas.
La tecnología tiene un inmenso potencial para habilitar la inclusión y para cerrar tanto las brechas de género como las que existen entre las empresas, ya sea por su tamaño o entre las empresas tradicionales y de base tecnológica. No obstante, hay que tener presente que la digitalización no cerrará las brechas en automático, requiere de ciertas condiciones previas, por un lado, al interior de las empresas en cuanto a sus propios procesos y preparación; y, por otro, es fundamental considerar las condiciones desiguales que enfrentan los negocios de mujeres. Sin esto, puede ocurrir el efecto contrario y se corre el riesgo de acrecentar las brechas.
José Alfonso Segura de la O es licenciado en Negocios Internacionales por el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Asociado del PJ COMEXI. Sígalo en @Alfonso_dela0