Esta semana y hoy, específicamente, es imposible no relacionar los temas de análisis internacional con el día del amor y la amistad, es por ello que me he atrevido a escribir estas líneas relacionadas al amor que nos demostramos internacionalmente cuando alguien está necesitado de ello. Claro, habrá quien pueda discrepar conmigo y con mis posicionamientos, pero para eso escribe uno, para que lo lean y lo critiquen. Así que iniciemos.
Las escenas que hemos estado viendo en la televisión -para aquellos que aún la ven- y en las redes sociales sobre la tragedia provocada por el terremoto en Siria y Turquía han puesto de manifiesto, otra vez, el poder de destrucción de la naturaleza y de lo frágiles que somos como sociedad ante ella. Se habla de que, al día en que se escriben estas líneas, hay cerca de 28,000 muertos en ambas naciones y cientos de miles de damnificados.
Sin embargo, aunque pareciera una obviedad, la tragedia se ha hecho más grande debido a la zona geográfica donde ha sucedido pues la frontera con Turquía y Siria es una de las zonas más afectadas en temas sociales y económicos desde, al menos, una década cuando inició el éxodo sirio debido a la Primavera Árabe y a la represión por parte del gobierno de Bashar Al-Asad, en Siria. La gente ha salido huyendo de allá y no ha encontrado muchas puertas a lo largo de tantos años, sino la pobre región fronteriza de Turquía, que tampoco es que tenga grandes oportunidades para turcos al no estar cercana a la frontera con la Unión Europea o con las grandes ciudades como lo son Ankara o Estambul.
Las imágenes vistas del terremoto, a pesar de ser tristísimas, parecieran ser las que todos los días han comunicado los medios informativos desde que la Primavera Árabe inició en Siria; no hay diferencias porque los edificios se encuentran igual de destruidos, la gente muere a diario por falta de alimentos, los niños no van a la escuela, el ejército patrulla las calles y la gente sale huyendo de esa región rumbo a otras naciones sin nada más de lo que trae puesto; incluso, las familias salen rotas arriesgando su propia vida para salvar una muerte segura, como si hubiera un terremoto diario desde hace más de 10 años.
Y mencionaba yo que, justo ahora, es imposible no recordar el tema del amor y de la amistad, sobre todo acá en México, pero es que ese es el punto, mientras nosotros celebramos el amor y nuestro gobierno comparte un poquito de ese amor con el pueblo turco al enviar expertos rescatistas para coadyuvar con las labores humanitarias en aquella nación, existen otros países que ni siquiera se han preocupado por hacer lo mismo. Y no es que aleguen que no pueden o no tienen la capacidad, simplemente no se preocupan por mandar ayuda humanitaria, que si hacemos la analogía podríamos considerarlo amor, sin embargo, sí que la han enviado a Ucrania.
Ahora, no quisiera decir que Ucrania no sea una nación que necesite del mundo en estos momentos, pero el tema se ha politizado tanto que resulta más oneroso enviar ayuda a Ucrania que a Siria o Turquía, esto es, es preferible cooperar que amar. De hecho, la cooperación internacional es la relación que se establece entre dos o más países con el objetivo de alcanzar metas de desarrollo consensuadas; luego, el hecho de mandar ayuda humanitaria a Siria o Turquía no puede tratarse de cooperación porque estos no se encuentran en posición de retribuir social o económicamente a quienes se pudieran apiadar de ellos.
Es así que Turquía, al ser miembro de la OTAN, ha recibido y recibirá mucha ayuda por parte de los Estados afiliados y muchos más que tienen intereses políticos con Estados Unidos y Europa, principalmente, pero las preguntas que quedarán para la reflexión tienen que ver más con Siria, ¿Quiénes le ayudarán a Siria si esta no pertenece a la OTAN? ¿Quiénes le ayudarán a Siria si uno de sus máximos aliados y defensores del gobierno de Bashar Al-Asad en los últimos 10 años es Rusia? ¿Habrá algún gobierno, que no sea agencia humanitaria, que se pronuncie realmente por la ayuda directa en un país que no es bien visto por parte de la comunidad occidental?
Empero, existen otras preguntas que también tienen que ver con quienes mandan ayuda a Turquía: ¿Están ayudando o cooperando? ¿La ayuda es genuina o es porque pertenecen a la OTAN o alguna otra organización internacional? Habrá quien diga que es ayuda humanitaria (amor) por el solo hecho de pertenecer a la ONU, pero ¿Por qué no han hecho nada por Siria desde hace más de una década? ¿Están siendo, los gobiernos, políticamente correctos en temas de cooperación internacional, pero sin mostrar amor por los que sufren?
Ahora, los cuestionamientos no solo vienen para los Estados occidentales ya mencionados en estas líneas que han ayudado a Turquía y a Siria no, sino también para los rusos que mientras por un lado están a punto de cumplir un año haciendo una guerra en Ucrania, por otro mandan ayuda humanitaria a Siria. A lo mejor nadie ama realmente y todos los Estados actúan movidos por intereses políticos nada más, claro, los que lo hacen porque los demás, ni sus luces, ni cooperación ni amor.
Fernando Abrego Camarillo es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor de telesecundaria en los SEIEM además de investigador y catedrático de tiempo completo en la academia de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás en el IPN. Sígalo en @fabrecam