La democracia es una forma de acuerdo social con el cual se busca garantizar la transmisión pacifica del poder en representación de la voluntad popular. En nuestro país, el proceso clave en la evolución democrática ha sido la organización de las elecciones. No olvidemos que el detonante de la Revolución Mexicana fue la demanda por un “Sufragio efectivo, no reelección”.
Nuestro primer órgano electoral post revolucionario nace como una instancia de gobierno presidida por el secretario de Gobernación (el ultimo en tener esa posición fue Manuel Bartlett en el sexenio de Miguel de la Madrid). Después de las polémicas elecciones de 1988 el órgano se escinde del gobierno creando el Instituto Federal Electoral IFE como organismo autónomo. Sin embargo, su presidente seguía siendo el secretario de Gobernación y no fue sino hasta 1997 que se trasladó a un consejero ciudadano.
La reforma electoral de 2004 crea el Instituto Nacional Electoral así como los órganos estatales encargados de las elecciones locales. Las actividades estos órganos están coordinadas por un Consejo conformado por ciudadanos sin afiliación partidista. En el caso del INE, la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (Legipe) establece que la designación del consejero presidente y los 10 integrantes de su Consejo General se realice de manera escalonada para períodos de nueve años cada uno.
El Comité Técnico de Evaluación es quien califica a los postulantes para los puestos de consejeros y está compuesto por dos personas propuestas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, dos por el Instituto Nacional de Acceso a la Información y tres por la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados. Todos estos órganos son autónomos del gobierno en turno y colegiados con lo que se busca fortalecer la representación plural.
Las funciones del INE son determinadas por la Cámara de Diputados y comprenden actualmente la organización de las elecciones federales (presidente, senadores y diputados federales); la homologación de los procesos electorales nacional y estatales buscando elevar su calidad; la conformación de un padrón electoral y la emisión de las credenciales de elector; la fiscalización de los actores políticos nacionales y locales incluyendo partidos; la promoción de la cultura político-democrática en la sociedad; la realización de consultas; así como la procuración de la justicia electoral mediante la sanción y remoción de consejeros electorales.
Su presupuesto se distribuye entre la conformación del padrón electoral (15%), fortalecimiento de la cultura democrática (8.7%), desarrollo de elecciones (45%), y régimen de partidos políticos (4%), el resto se asigna a fiscalización, transparencia y actividades transversales. Esta distribución puede cambiar dependiendo del número de elecciones que se realicen en ese año y también depende de la asignación de actividades extraordinarias desde la cámara, como sucedió con la consulta popular del 2021.
La razón por la que tocamos el tema en esta columna es porque existe una correlación directa entre las libertades académicas que comprenden la libertad de investigación, la libertad de cátedra y la libertad de expresión y la salud democrática de un país. La historia nos muestra que mientras los regímenes autoritarios, ya sean de derecha o izquierda, tienden a limitarlas o en casos extremos eliminarlas, las democracias las promueven e inclusive crean instituciones para que las arropen como son las universidades autónomas.
Casos históricos como el estalinismo en la Unión Soviética o más recientes como la política del actual del presidente de Nicaragua, nos muestran que los países con regímenes autoritarios tienden a coptar las libertades académicas llegando a suprimir la autonomía universitaria.
Si la salud democrática de nuestro país se deteriora se eleva el riesgo de de que las libertades académicas sean vulneradas y que en lugar de una ciencia libre se implante una ciencia de estado. Es por eso que como académica valoro la autonomía del INE y me expreso en contra de cualquier iniciativa que lo debilite, directa o indirectamente.
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