Si los movimientos de cada una de las dos facciones que pelean el control de Morena en Morelos se hubieran hecho antes de la elección interna, probablemente tendríamos una película mucho más clara de la fuerza relativa de cada uno de los bloques al interior del partido. Lo cierto es que, a toro pasado, cualquiera de los grupos puede decir que tiene más saliva y por consiguiente tragará más pinole que sus adversarios, sin que tales apreciaciones dejen de ser meras especulaciones que, en su caso, habrán de comprobarse en un futuro que parece en extremo condicionado para los actores políticos que hoy tan involucrados en el morenismo parecen estar.
La llegada de Cuauhtémoc Blanco al partido de Andrés Manuel López Obrador no significa un gran cambio. El grupo del gobernador tendrá un voto más entre los 300 del consejo nacional de Morena que preside Alfonso Durazo, y que incluye a otros gobernadores, cuadros distinguidos y consejeros electos en los comicios de fines de julio pasado. Blanco Bravo ganó su voto, pero perdió el de su hermano Ulises, que fue eliminado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por incumplir los requisitos para el encargo. Es decir, en eso quedó “tablas”.
El grupo adversario al del gobernador, sumó un diputado, Alberto Sánchez Ortega, lo que no les sirve para inclinar las decisiones en el partido, pero sí le ayudó a ganar la coordinación parlamentaria del partido en el Congreso local, y la Junta Política, que queda en manos de Macrina Vallejo, diputada más cercana a Rabindranath Salazar que al gobernador.
Y claro que vinieron las quejas y el inmediato desconocimiento de tres legisladores, Ariadna Barrera, Edi Margarita Soriano y Arturo Pérez Flores para su coordinadora parlamentaria, En un lucido evento en la India Bonita, con Ulises Bravo al centro de ellos, los dichos se pronunciaron contra lo que consideraron un madruguete de sus “compañeros” de partido y advirtieron que no le harán caso a su coordinadora porque para ellos a quien le corresponde la posición es a Arturo Pérez (bueno, así lo dijo Ulises a título de personaje que no es consejero ni dirigente de Morena, pero que lo fue por unas horas).
No de iure, pero sí de facto Ulises Bravo tiene el control de la dirigencia de Morena en Morelos. De iure, Macrina Vallejo es la coordinadora parlamentaria de Morena, aunque de facto las decisiones pueden tomarse en el grupo de Rabindranath Salazar. En tal situación las cosas en el partido parecieran quedar en empate, pero no es tan así.
Tendría que considerarse que, por afinidad pragmático política, la nueva coordinación parlamentaria de Morena y sus cuatro legisladores pueden más fácilmente llegar a acuerdos con el bloque de 10 diputados que representa a la oposición a Cuauhtémoc Blanco, el nuevo morenista. De ninguna forma ello significa que haya cercanía ideológica, a todos queda bastante claro que PAN y Movimiento Ciudadano siguen abanderando causas diversas a Morena, pero en términos prácticos, parece mucho más importante para todos ellos constituir desde el Congreso un verdadero contrapeso a un Ejecutivo que no sólo tiene bajo respaldo popular, sino también resultados prácticamente nulos y del que hay sospechas fundadas de corrupción. El bloque de contención tropicalizado a Morelos, dejaría de ejercer sólo la función de freno a las iniciativas del Ejecutivo, sino podría empezar a operar para cogobernar con Cuauhtémoc Blanco, y a eso apuntan los acuerdos en el Congreso. La idea es impulsar todas las políticas que el gobierno estatal ha dejado de lado, reorientar el presupuesto, ejercer una exhaustiva evaluación sobre las áreas de gobierno y al final buscar ofrecer resultados a la ciudadanía.
No es sencillo, en tanto la intención de la dirigencia nacional de Morena era dejar el partido y la toma de decisiones en manos del equipo del gobernador, así que Macrina Vallejo, Paola Cruz, Alejandro Martínez y Alberto Sánchez seguro ya enfrentan presiones mayúsculas desde el gobierno y la dirigencia nacional de su partido, pero nada hay hasta ahora que presagie un cambio de postura en ninguno de los cuatro. El plan es que Macrina seguirá siendo coordinadora parlamentaria y presidenta de la Junta Política y para ello cuenta ya con el respaldo de una decena de legisladores. Otra ecuación alteraría, probablemente en definitiva, los trabajos en el Congreso local.
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