El antropólogo chileno Bernardo Baytelman vivió en Cuernavaca nueve años, desde 1974 hasta su muerte. Investigador del INAH, encabezó la creación del Jardín Etnobotánico de Plantas Medicinales y del Museo de Medicina Tradicional del Estado de Morelos. Leámoslo:
“Desde la época precortesiana hasta hoy, la medicina tradicional tiene en la región una gran importancia, ya que, por sus características geográficas y climáticas, el estado de Morelos es ideal para el cultivo de una gran cantidad de hierbas medicinales; tal es así que Moctezuma fundó en Oaxtepec el famoso Jardín Botánico que fue asombro de los conquistadores. Allí y en los alrededores, como Tlayacapan y Tepoztlán, los sacerdotes de la salud aplicaban sus conocimientos medicinales. En la actualidad todavía son famosos los curanderos de estos lugares. Debido a una magnífica red caminera, el estado de Morelos es uno de los más transculturados del país. Sin embargo, en el campo y en los pequeños poblados persisten las creencias y los puntos de vista ‘antiguos’ sobre la enfermedad y la salud”.
“Los curanderos del estado de Morelos se encuentran en los campos, en los pueblos pequeños y en los alrededores de la ciudad de Cuernavaca. La mayoría de los habitantes de dicho estado son de origen náhuatl: de una cultura cuyas características y categorías difieren esencialmente de la así llamada cultura occidental, aunque en los lugares más cercanos a la red caminera la transculturación aparentemente indique lo contrario. Al alejarnos de la modernidad, nos vamos encontrando con una gran cantidad de valores tradicionales, especialmente en lo que se refiere a los conceptos de salud y enfermedad. Y muchas veces, como curiosamente sucede en Tepoztlán y Oaxtepec, lo tradicional —que es una mezcla de sabiduría indígena y elementos culturales españoles de la Colonia y de los negros africanos— se halla inserto tanto en la medicina oficial como en la medicina naturista y homeopática. Pero habría que recalcar que la medicina tradicional que en los pueblos se aplica, ha perdido, en contacto con la cultura moderna, gran cantidad de sus aspectos mágicos y se mantiene estacionada ni más acá ni más allá del horizonte empírico de la herbolaria”.
A los diferentes tipos de curanderos morelenses los clasifica el autor con una escala que considera como criterio desde lo empírico hasta lo mágico:
“A. El vendedor de hierbas en tianguis o ferias, que conoce y recomienda la mercadería que vende.
B. El vendedor de hierbas en el mercado, que además de ser un conocedor de hierbas, enfermedades y recetas, expende amuletos, pócimas, talismanes de la buena suerte, polvos de amor, libros de magia negra y de interpretación de sueños.
C. El huesero.
D. El curandero o médico tradicional, que atiende en su casa. E. El viejo o el sabio del pueblo o del lugar, generalmente en San Andrés de la Cal, Tlayacapan y San Juan Tezcalpan, son personas con gran prestigio y carisma, y no sólo se los consulta por problemas de salud, sino por asuntos legales, litigios familiares, etc.
F. El ministro espiritualista, que cura especialmente con la fe, pero ayudado con hierbas, pomadas o ungüentos preparados por él.
G. El curandero brujo, que alivia por sugestión. H. El vendedor de amuletos: piedras, filtros de amor, polvos mágicos, semillas con poderes secretos, etc.”.
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