Sin grandes fiestas ni mucho aspaviento, a lo mejor por estar atareados enfrentando constantes escándalos de corrupción y omisiones que la envuelven, probablemente por estar más preocupados por desarticular a sus cada vez más y mejor empoderados adversarios, la administración de Cuauhtémoc Blanco cumplió este fin de semana cuatro años. Tampoco hay mucho por celebrar, el gobernador y sus colaboradores han quedado debiendo a la sociedad y, a cuatro años de distancia, ya no se vale echar la culpa a sus antecesores.
En los cuatro años de gobierno de Cuauhtémoc Blanco, Morelos ha sido incapaz de crecer en materia económica, la tendencia de decrecimiento fue agravada por la pandemia por Covid-19 y sus efectos devastadores en el sector productivo, y los signos de recuperación mostrados en el último año muestran apenas haber detenido la caída de hasta 22.1% que tuvo la actividad económica local en el 2020. Esa falta de crecimiento económico ha pegado negativamente a la generación de empleo formal, que tampoco ha sido capaz de recuperar los empleos perdidos durante la pandemia y, durante 2022 hasta el mes de agosto, el estado ha registrado la pérdida de mil 179 empleos.
La productividad, que en la administración de Graco Ramírez cerró con un desempeño por debajo del promedio, con 120 pesos por hora trabajada, ha descendido aún más, a los 109 pesos. Pese a los incrementos sustanciales al salario mínimo dictados desde la Federación, la pobreza laboral (porcentaje de gente que no puede adquirir la canasta básica con el pago por su trabajo), ha vuelto a crecer este año hasta ubicarse por arriba del 51%. La informalidad laboral llegó en el primer trimestre de este año a su tercer nivel más alto desde 2005, al alcanzar al 65.5% de la fuerza laboral y pese a una fuerte recuperación en los siguientes tres meses, aún está por arriba del 61%.
En materia de combate a la corrupción el escenario tampoco es alentador. De acuerdo con el World Justice Project, Morelos es el estado en que mayor percepción de corrupción existe. Los escándalos casi diarios sobre malos manejos en la administración pública se han vuelto parte de la cotidianeidad de la vida pública en el estado. Las asignaciones directas del gasto gubernamental se han multiplicado casi cuatro veces, la opacidad ha vuelto a dominar el ejercicio público y ha sido imposible detener el régimen de transferencias libres que permite al Ejecutivo el uso discrecional de los recursos públicos.
El desarrollo social ha sufrido también, el deterioro evidente de la infraestructura en salud ha sido denunciado hasta por la LV Legislatura. A la falta de instalaciones funcionales se suma el desabasto de medicamentos y vacunas. La violación a los derechos laborales de personal médico, de enfermería y administrativo han llegado al nivel de desatender incluso los equipos de protección para el personal. En el sector educativo las cosas no mejoran, la cobertura educativa en el nivel básico dista mucho del 95% que se presumía a principios de siglo y hoy se ubica en apenas 88%, debajo de la media nacional; el abandono escolar en la educación media superior llega al 12.6% del alumnado y la tasa de terminación en el mismo nivel es de 54.1%. Los adeudos con los maestros se acumulan y las promesas de pago se incumplen casi siempre. Las escuelas presentan un deterioro mayor que antes de la pandemia y los esfuerzos para rehabilitarlas han sido insuficientes. Los apoyos a la pobreza se han reducido drásticamente y el fondo para desastres es insuficiente para las calamidades que vive Morelos cada año.
En seguridad las cosas son aún peores. En los cuatro años de gobierno de Cuauhtémoc Blanco se han cometido más de 3 mil 610 homicidios dolosos, 130 feminicidios, 190 secuestros y 65 mil 568 robos en total (las cifras son hasta agosto del 2022). Sólo en materia de secuestros hay una baja sustancial, el resto de los delitos en general muestran una tendencia a la alza en este año.
Las cifras no permiten festejo alguno. Quedan dos años a la administración y los pendientes se han acumulado hasta convertir lo que fue un sueño de cambio en una pesadilla de la realidad. Aún hay tiempo para corregir el rumbo ¿Tendrá alguien las ganas?
@martinellito
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