Ignacio Ortiz Vila
En las últimas dos décadas, la presencia china se ha intensificado en todos los planos. Un tiempo antes del comienzo de la pandemia la tensión comercial entre China y Estados Unidos se intensificó, paradójicamente tuvo un impacto relativo en la región hasta el momento. Es importante destacar que este año entrante podría ser clave para la expansión china en América Latina, de hecho, los recientes cambios políticos en la región, la flexibilización de las restricciones por la pandemia del gobierno liderado por Xi Jinping y la creciente dependencia del mercado chino son algunos de los determinantes para pensar nuevos escenarios.
Luego, existen grandes expectativas por la salida de la política de cero casos por parte del gobierno chino que tanto ha afectado las cadenas de suministro a nivel global durante los últimos tres años. Esto puede ser el comienzo de la recuperación de la economía global en la era post-pandemia y el fortalecimiento de la relación sino-latinoamericana, principalmente a partir del segundo semestre del 2023.
Desde el 2021, la inversión extranjera directa en la región latinoamericana comenzó un sendero de recuperación. Ese mismo año, la inversión china representaba el 6.15 % del total de inversión extrajera en la zona. A pesar de que durante las dos primeras décadas de este siglo Brasil y Argentina fueron los mayores receptores de inversión china, en los últimos años han aparecido otras economías de la región que han dinamizado la relación: Chile, Perú, México y Colombia. Si ponemos el foco en la generación de empleo, empresas como Didi Chuxing Technology (Didi) ha creado 162,000 puestos de trabajo, especialmente en países como México y Colombia, según el último informe RED-ALC China.
Uno de los principales pilares de la estrategia china para consolidar su presencia en la región han sido los proyectos de infraestructura. Este proceso está liderado por empresas públicas chinas, sin embargo, el sector privado también ha contribuido a la diversificación de proyectos. Energía, transporte y comunicaciones son los principales sectores y Chile y México aparecen como los nuevos beneficiarios de los proyectos de infraestructura chinos.
En América del Sur, economías tales como Chile, Brasil, Perú y Uruguay destinan a China más del 30% de sus exportaciones de mercancías. En el caso de Chile se destina el 40%, es por ello que el gobierno de Gabriel Boric busca profundizar su relación con el gigante asiático logrando así que el 18 de noviembre del 2022 se mantuviera un primer encuentro entre los presidentes chileno y chino durante la cumbre de APEC. El gobierno chileno reafirmó su apoyo al ingreso de China al Acuerdo de Asociación Transpacífico.
El país trasandino es un actor determinante para la nueva configuración de alianzas regionales en la era postpandemia. Seguramente, el presidente chileno buscará actualizar su estrategia en su próxima visita a Beijing durante el transcurso de este año.
Por otro lado, Brasil sigue siendo el principal socio comercial y receptor de inversión china en la región. La asunción de Lula Da Silva como presidente puede representar una pieza determinante para la reconfiguración de las alianzas políticas, tanto en la dimensión regional como global, aunque no parecería representar un gran cambio en términos económicos. Cabe destacar que, durante la presidencia del mandatario saliente, Jair Bolsonaro, no hubo un viraje significativo en las relaciones económicas con China.
Existe cierto temor entre los expertos, como Suzana Quinet de Andrade Bastos, sobre el proceso de reprimarización de la estructura exportadora de América Latina y la disminución de la actividad industrial que se observa progresivamente desde el 2011en los países más desarrollados de la región. Esto queda reflejado en su último trabajo para CEPAL: América Latina y China: ¿beneficio mutuo o dependencia? La pregunta que se hace la autora de este texto es clave para el futuro de la región, la globalización está mutando hacia un escenario más complejo para la región y China es un actor clave para el derrotero regional en el siglo XXI.
La proyección de crecimiento del 1,4% para la región en el 2023 por parte de CEPAL marca una desaceleración en relación al año pasado. Uno de los factores para esbozar esta conclusión fue la falta de dinamismo de la economía china, algo que se revertiría con el abandono de las políticas restrictivas entorno a la crisis del COVID-19. La potencial recuperación de la economía china en el transcurso de este año puede marcar un cambio las proyecciones de crecimiento y en las expectativas regionales.
IGNACIO ORTÍZ VILA se desempeña como profesor en la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) –Licenciado en Relaciones Internacionales–. Magister en Cooperación Económica Internacional por la UIBE (China). Doctorando en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sígalo en @ignacioortizvil